domingo, 9 de febrero de 2014

Lover Sacrificed - Capítulo 46


Darius gimió al oír Nalla gritar y luego susurrar su nombre. Sabía que no debería haberla llamado, pero en este momento, le pareció la mejor idea que había tenido nunca.
- ¿Estás bien, mi amor?
- Hmmm, sí...
- ¿Todavía te estás tocando?
-  Sí…
Él sonrió mientras acariciaba lentamente su palpitante erección. Oh las cosas que le haría, si estuviera con ella...
- ¿Me imaginas allí contigo?
- Dios Darius... sí.
- Buena chica. ¿Sabes lo que me gustaría hacer una vez que terminara con esos hermosos pechos tuyos? Besaría un camino aún más para abajo. Iría en busca de ese otro piercing que está escondido.
Ella gimió de nuevo y a él le encantaba el sonido.
- Metería mi lengua en tu ombligo y luego lamería hacia abajo, abajo, abajo, hasta encontrar mi lugar favorito en el mundo entero.
- Dulce Virgen en el Fade... Darius.
- ¿Sabes lo que me gustaría hacer después?
Ella no dijo nada y él supo que ella estaba anticipando sus palabras. Todo lo que podía oír eran sus pequeños sexys gemidos.
- Dime, amor. ¿Lo sabes?
- No. No.
- Te. Comería. Entera. Te lamería y chuparía y tiraría de ese precioso clítoris rosado hasta que...
Nalla gritó cuando otro clímax la golpeó, más intenso que el anterior. Él se río satisfecho.
- ...Hicieras exactamente eso.
- Oh dios, Dariusssss.
Podía oír su respiración entrecortada y sólo podía imaginársela. Desnuda en la cama, las sabanas a un lado, una mano entre sus piernas abiertas, la cabeza echada hacia atrás extasiada y una fina capa de sudor cubriéndole todo el cuerpo.
Su polla tembló ante la imagen y gruñó.
¡Mía!
- ¿Sabes lo que me gustaría hacer ahora? ¿Si estuvieras aquí?
El tono seductor de Nalla le sorprendió. No creía que ella sería tan audaz. Al menos no por el teléfono.
Sonrió.
- ¿Qué te gustaría hacer?

* - * - * - *

Nalla sonrió, su timidez inicial desvaneciéndose y se preguntó si podría escandalizarlo.
- Te follaría tan salvajemente, que verías las estrellas.
Él gimió.
- Pero, antes de que yo hiciera eso, te tomaría en mi boca. Chuparía esa enorme polla dura y lamería cada jodido centímetro, hasta que no aguantaras más. Te chuparía, hasta que tus puños tiraran de mi pelo...
- ¡Joder!
- ... Y te vaciarás en mi boca. Entonces, me subiría encima de ti y metería esa polla tan gruesa dentro de mí, hasta el fondo. Empecería a moverme lentamente, muy lentamente...
Darius respiraba con dificultad, jadeando y gimiendo y le encantaba saber que ella era capaz de hacerle esto. Ella sintió que se sonrojaba, jamás había hecho esto antes. ¡Probablemente era una de las experiencias más eróticas que había tenido nunca!
- Me rogarías ir más rápido, pero yo no lo haría y entonces, tú tomarías el control. Me agarrarías las caderas y bombearías con más fuerza y más rapidez, como sabes que a mí me gusta. Te miraría a los ojos y te diría que yo te...
- ¡Mierda! Joder. Oh dios... ¡sí!
Nalla cerró los ojos mientras escuchaba como Darius se corría con fuerza.
A pesar de la distancia, se sentía más cerca de él que nunca. Ni siquiera había tenido que decir las palabras. Él había entendido exactamente lo que había estado a punto de decir.
- ¿Estás bien, Darius?
- Sí. Sí. Creo que sí. Más o menos.
Se quedaron en silencio durante unos minutos, simplemente escuchando la respiración del otro.
- Nalla mi amor, mañana...
- No pasa nada. No quiero saberlo.
Se tocó la creciente, aunque todavía plana, barriga. La necesidad de decírselo era abrumadora. ¡Él merecía saber que iba a ser padre!
- Es que, yo necesito que lo sepas.
- Yo ya lo sé Darius. Créeme, lo sé. Pero no  puedes hacer esto otra vez. No me puedes llamar de nuevo.
Le pareció oír un sollozo, pero rápidamente Darius se aclaró la garganta.

- Lo sé, mi amor, y me matará no poder volver a oír tu voz de nuevo. Sólo necesito que sepas que mañana, la que estará en mi mente, la hembra en mi corazón, eres tú, Nalla. Siempre serás tú.

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