sábado, 29 de marzo de 2014

Lover Sacrificed - Capítulo 60

La vio dormir durante lo que le parecieron horas, cuando en realidad sólo habían sido una o dos.
Estaba inquieto, incapaz de dormir o conseguir cualquier descanso.
Pensamientos de ese bastardo Blax nublaron su mente. Él estando con ella, Nalla alimentándose de él...
¿Era esto lo que había sentido ella cada vez que él había tenido que ir a alimentarse de esa perra Penehlope?
Dios, qué sensación tan horrible.
- ¿Estás bien nallum?
Su voz soñolienta estaba llena de preocupación.
- Estoy bien, mi amor. Vuélvete a dormir.
- Está gruñendo. No estás bien. ¿Podemos... hablar de ello?
- Sí, claro. Por qué cojones no me dijiste que estabas embarazada.
Yyyyyyyyyy ahí estaba. Su principal razón para no poder dormir.
- No habría cambiado nada.
- Yo lo hubiera cambiado todo Nalla.
- Wrath no te habría dejado. Tú lo sabes.
- ¡Yo no te habría dejado sola!
- Ya lo sé. Pero tenías que hacer lo que tenías que hacer. Para la raza. Para la hermandad.
Darius levantó la vista hacia el techo, sin saber que decir.
- ¿Vas a decirme qué pasó?
- No es importante.
Él no quería que ella supiera lo que le habían hecho. Sólo haría daño y la preocuparía y no había necesidad de eso.
- Lo es para mí.
- No va a cambiar nada.
Whoa, eso era infantil de él. Él estaba arremetiendo porque estaba herido. Estaba celoso. Y estaba aterrado.
- Sólo quiero saberlo. Algo grande debe haber pasado para que estés aquí conmigo en vez de con ella.
Ella se inclinó para darle un beso.
- ¿Sabes que mi madre me lo va a decir. O mi padre o las chicas...
- ¿Eso es una especie de chantaje para que te lo cuente?
- Darius! ¿De verdad crees que yo haría una cosa así?
Sus labios comenzaron a temblar. Maldita sea. La había enfadado. Y todo por sus estúpidos temores. Era un imbécil.
Puso su brazo alrededor de su cintura y la atrajo hacia él, abrazándola.
- Lo siento mi amor. Yo sólo... han sido un largo par de años y yo sólo quiero olvidarme. Te he echado tanto de menos que aún me duele y tengo miedo de volver a perderte. No quiero que te preocupes, no quiero ni que pienses en toda la mierda que paso. Pero tienes razón, te lo contaran tarde o temprano. Así que...
Él respiró profundamente y se lo contó todo.

- * - * - *

Nalla escuchaba en shock mientras Darius le contaba todo lo que ha pasado durante la ceremonia de emparejamiento cancelada, y todo lo que había pasado antes. Los eventos que habían hecho que llegara a ese momento.
El virus.
Las amenazas.
El antídoto.
La Virgen Escriba desentrañando toda la retorcida trama.
Darius bebiendo de esa hembra para curarse...
Era demasiado para comprender.
Ella simplemente no era capaz de procesarlo todo.
Darius la besó en la sien con ternura.
- ¿Estás bien?
Ella asintió con la cabeza.
- Es que es tan...
- ¿Retorcido?
- Bueno... sí.
- Lo sé. Pero se acabó. No más sacrificios. No más excusas estúpidas. No más ocultar lo que sentimos. Podemos estar juntos ahora.
Puso su mano sobre su vientre todavía plano.
- Cuando lo supiste.
- Un par de semanas después de que estuviéramos juntos la última vez.
Movió el pulgar hacia delante y hacia atrás en una caricia tranquilizadora.
- ¿Ha estado enferma? ¿Mareada? ¿Qué síntomas tienes?
- Las mismas que las de cualquier embarazo. Hemos visto los suficientes en la mansión para conocerlos de memoria.
Ella sonrió con indulgencia ante su preocupación.
- Sólo tengo un poco de náusea y mareos matutinos. Pechos sensibles.
Sus ojos se movieron a las partes del cuerpo mencionadas y sintió que se sonrojaba.
- ¿Has tenido chequeos? ¿Doc Jane lo sabe?
- Sí, ella viene una vez al mes a ver cómo sigue todo.
- Bien, eso es bueno.
Se incorporó, de repente tenso.
- Aparte de Doc Jane, ¿quien más lo sabe?
Nalla frunció el ceño, tratando de pensar.
- Mi tío Rehv. Él es quien me dejo quedarme aquí y me ayudó con todo. Él incluso me consiguió una doggen para mí y lo organizó todo para que me pudiera alimenta… eh, eso.
Darius gruño.
- No ha pasado nada nallum. Necesito que sepas eso. Siempre me alimenté de la muñeca y eso fue todo.
- Lo sé.
Su olor de vinculación se había intensificado y tuvo que sonreír. Le encantaba lo posesivo que era Darius, sobre todo ahora que ella era suya por completo y no tenían nada que temer.
- De verdad que no significaba nada Darius.
- Lo sé. Confío en ti y sé que estás diciendo la verdad, pero aún así lo odio.
Ella le dio un beso para que dejara de pensar en esas cosas. Evidentemente funcionó porque él profundizó el beso, haciendo que ella se humedeciera de nuevo, deseándolo como siempre.
- ¿Quién más?
Él susurró contra sus labios y ella tuvo que parpadear un par de veces.
- ¿Quién más qué?
- ¿Quién más lo sabe?
- Ah. Eh, Katya, mi Doggen. Y eso es todo. Ah no, espera, Jhade y John también lo saben.
- ¿Mi tío lo sabe?
- Yo le rogué que no te lo dijera.
Darius cerró los ojos y maldijo. Entonces los abrió mucho.
- Espera, ¿eso significa que...?
Él gimió y se dejó caer sobre la cama.
- ¿Zsadist no lo sabe?
- Ah... No.
- ¿Y Bella?
- No, no se lo he dicho.
La sonrisa que iluminó el rostro de Darius era increíble, tan orgulloso y feliz, que no pudo evitar devolverle la sonrisa.
- Eso sólo significa que tenemos que darnos prisa y... Espera.
Saltó de la cama desnudo y ella disfruto de la vista cuando fue a sacar algo de su pantalón.
- He llevado esto conmigo desde nuestro primer beso. Desde que supe que eras la única para mí.
Le tomó la mano y sonrió al ver el anillo que Beth le había dado.

- * - * - * - *

Darius abrió la cajita y sacó una copia del anillo que ella ya llevaba, pero en lugar de un rubí, tenía otras piedras preciosas.
Una esmeralda y un ámbar.
Verde por los ojos de él.
Amarillo por los de ella.
Sus colores habían sido combinados en un diseño que había hecho él mismo.
Nalla jadeó cuando lo vio.
- ¡Es precioso!
- Somos nosotros. Nuestros colores. Yo tengo el mío en casa, en la mansión. Me lo pondré en cuanto digas que sí.
- Sí.
- Ni siquiera sabes la pregunta.
- No lo necesito saberla. Sea lo que sea , ¡sí!
- Déjame hacer esto bien, mujer.
Se puso de rodillas, había visto suficientes películas humanos para saber que a las hembras les gustaba que sus machos hicieran esto. Y Joder, había funcionado cuando John lo hizo con Jhade.
Tomó una respiración profunda.
- ¿Me harías el honor de ser mi shellan? Te amo y te prometo....
Ella se lanzó hacia él con tanta fuerza, que terminaron en el suelo.
- ¡Sí, sí, sí!
Ella estaba tirada encima de él besándolo por toda la cara y en ese momento, a pesar de que no le había dejado de terminar su discurso, no podía estar más feliz.
Ahora lo único que necesitaba era volver a la mansión, decirles a todos que iban a tener un bebé y celebrar una ceremonia de emparejamiento.

La noche no podía llegar lo suficientemente pronto.

Trusting Lover - Capítulo 28

Lohrena respondió al beso ansiosa, agarrando su cuello para que no se pudiera separar de ella, cosa que era perfecta puesto que no tenía intención de soltarla. Jamás. Su olor de vinculación se intensifico y se dio cuenta de que necesitaba estar dentro de ella. Necesitaba hacer que el olor estuviera dentro de ella, en su cuerpo, en su pelo.... para que a nadie le quedara ninguna duda de quién era su Hellren. Los silbidos y gritos de los hermanos fueron lo que hicieron que se separara de ella. Inhaló. Su Shellan estaba excitada, y esta vez no había rechazo. No se había atrevido a tocarla aun, a pesar de lo que había dicho Havers. Pero hoy sería diferente. Era hora de seguir las órdenes del doctor.

Cogió a Lohrena en brazos y fue hacia las escaleras, subiendo de dos en dos. Se detuvo por la mitad, mirando a Lohrena.

- Si quieres, podemos quedarnos a celebrar, tahlly.  Podemos hacer...-el amor-... lo que sea, más tarde.

Lohrena acaricio su mejilla con su mano libre y negó con la cabeza.

- Hazme tuya.

El susurro le lleno de energía e hizo que su polla endureciera hasta un punto doloroso. Muy doloroso. No pudo contener el ronroneo que le salió, al pensar en lo que estaba a punto de pasar. Necesitaba estar dentro de ella ya. La idea de soltarla y hacérselo aquí en el pasillo entre las estatuas de Darius era tentadora, pero cualquiera los podría pillar y le tendría que arrancar la cabeza a quien fuera. Antes de Lohrena, le importaba una mierda quien lo viera. ¿Ahora? Necesitaba esa intimidad. Saber que estaban ellos dos solos, sin nadie más. Entró en su habitación y encendió las velas con su mente a la vez que soltaba a Lohrena con cuidado.

*-*-*-*-*-*-*

Lohrena apretó la caja contra su pecho. Estaba nerviosa, aunque no tenía porque. Se separó de Rhage para buscar un sitio donde guardar la caja. Era importante para ella, así que no lo quería dejar simplemente en cualquier cajón.

- Los demás lo suelen guardar en la caja fuerte. O eso me han dicho.

Lohrena lo miró. En la caja fuerte, entre armas y dagas, pero protegido y rodeado de todo lo que era suyo y entre las armas que protegían a la raza. Era mejor que guardarlo entre braguitas y calcetines. Asintió y fue con el hacia el armario para guardarlo. De vuelta en la habitación, se froto las manos. Rhage era magnifico. Cerró las puertas del armario y todos los músculos de su espalda se movieron. Se fijó bien en su espalda. Las heridas de su nombre en el lenguaje antiguo aún estaban coloradas, pero lo que más le llamo la atención, fue el tatuaje del dragón. Creía recordar que cubría su espalda entera, hasta arriba. Sin embargo, ahora estaba justo por debajo de las marcas de su nombre. No tenía sentido.
Rhage se dio la vuelta hacia ella y la luz de las velas jugaba con su piel dorada, marcando las sombras de los valles y surcos de su pecho. Recordó como había pasado su lengua por cada uno de ellos hacia unos meses, y estaba deseando volver a hacerlo. Rhage se quitó el pantalón ceremonial, quedando desnudo ante ella. Estaba duro. Muy duro. Lohrena se dio la vuelta dándole la espalda pero mirándolo por encima de su hombro.

- ¿Me quitas el vestido?


lunes, 24 de marzo de 2014

Lover Sacrificed - Capítulo 59



Darius comenzó a moverse con una lentitud insoportable. Tan despacio, que era una tortura.
Sus embestidas eran superficiales, su polla entrando y saliendo de sus pliegues empapados centímetro a centímetro.
Y había muchos centímetros.
- Darius por favor... Más fuerte. Más rápido. ¡Más adentro!
- No quiero hacerte daño.
Habló entre dientes y los ojos firmemente cerrados.
- Mírame.
Él obedeció al instante, sus grandes ojos verdes llegándole al alma. Había tanto amor en esa mirada.
Movió las manos de su culo a los costados, por sus fuertes brazos tatuados, hasta el cuello y las apoyó en sus mejillas, acariciando con sus pulgares.
- Nallum, no me harás daño. No podrías, aunque lo intentaras. Ahora, por favor... por favor, hazme el amor. Vincúlate conmigo. Y hazme tuya, completamente. Por favor nallum.
Tomó posesión de sus labios suavemente, poco a poco mientras se aferraba a sus hombros.
Uno de sus colmillos atravesó su labio inferior y ella pudo saborear su propia sangre, lo que significaba que él podía saborearlo también.
Darius se tensó encima de ella y soltó sus labios solo lo suficiente para mirarla a los ojos. Su polla todavía palpitaba dentro de ella y ella miro hipnotizada como el lamio la sangre de sus labios, tomando esa pequeña gota de sangre en su interior.
Su mirada era ardiente mientras gruñía.
- Tu. Eres. Mia.
Antes de que pudiera asentir o estar de acuerdo con él de alguna manera, él capturó sus labios de nuevo, esta vez con una intensidad que no había esperado.
Metió la lengua dentro de su boca al mismo tiempo que empezó a mover sus caderas. Comenzó con lentitud pero aumentó gradualmente el ritmo.
Su olor de vinculación salió de él en oleadas y ella se estaba intoxicando con el olor mientras se acercaba cada vez más al orgasmo.
A ella siempre le había encantado el olor de vinculación de los machos de la mansión, pero el olor que salía de Darius la volvía positivamente loca de lujuria. Sabiendo que ella era la causa de esas que hormonas salieran, y sabiendo que pronto ella misma iba a oler como esas especies oscuras, era suficiente para volverla loca de deseo.
Cuando los embistes se hicieron demasiado rápidos para que Darius pudiera mantener sus labios pegados a los de ella, se limitó a mirarla a los ojos.
- Te quiero Nalla.
Con esas palabras, ella se hizo añicos.
La oscuridad nubló su visión y echó la cabeza hacia atrás, arqueó la espalda y dejó escapar un gemido largo y satisfecho.
Antes de que pudiera recuperarse completamente, ya estaba bombeando dentro de ella otra vez, aumentando el placer, haciendo que ella se corriera una y otra vez, y por fin compartiendo su clímax con ella.
Él estaba realmente aquí.
Él estaba haciéndole el amor.
Él se había vinculado a ella.
- No llores mi amor.
Ni siquiera se había dado cuenta de que él había ralentizado sus movimientos hasta detenerse y le secaba las lágrimas con sus labios.
- Ahora estamos juntos. Jamás voy a dejarte marchar. Jamás. Eres mía.
- Tuya.
Ella asintió cuando él la besó de nuevo.
Sonrió, aún no se atrevía a creer que realmente podrían estar juntos.
- ¿Qué... Qué pasó? ¿Cómo es esto posible? , ¿Cómo es que estas aquí?

- * - * - * - *

Darius cerró los ojos al recordar todo lo que había sucedido hacia tan sólo un par de horas.
- Nada de lo que tienes que preocuparte. Ya está hecho. Se ha acabado. Ahora te voy a hacer el amor otra vez, mi amor, no he terminado contigo. Te necesito.
Se dio la vuelta con ella en sus brazos, por lo que ella estaba encima.
Sus párpados se cerraron y él la miro con asombro. Maldita sea pero que preciosa era. Le quitaba el aliento.
Y entonces comenzó a moverse.
Lentamente al principio.
Al igual que él había hecho con ella.
Su mirada bajo por su cuerpo quedo fija donde sus cuerpos estaban conectados, observando con fascinación como su polla desaparecía dentro de ella.
Ellos estaban conectados. No sólo físicamente, sino mentalmente. Espiritualmente. Estaban destinados a estar juntos. Ellos simplemente estaban hechos para estar juntos.
- ¿Estás conmigo nallum?
Lo miraba divertida.
- Ah, sí claro. Siempre.
- Dime lo que estás pensando.
Él gimió. Ella todavía se movía encima de él, haciendo cualquier pensamiento racional casi imposible.
- En ti. En cuánto te amo. En lo jodidamente sexy que eres. En que no puedo esperar a tener nuestra ceremonia de emparejamiento y poder llamarte mi shellan. Tener tu nombre en mi espalda... Joder.
Su sonrisa iluminó la habitación.
Después de todo por lo que habían pasado, , después de todos los sacrificios que habían tenido que hacer, finalmente habían terminado aquí. Juntos.
Nalla se inclinó hacia delante, presionando sus pechos desnudos contra su pecho.
- Lo estoy deseando.
Ella le dio un beso rápido.
- Ahora, deja de hablar. Y dejar de pensar. Sólo siente. Siénteme a mí.
Apretó sus paredes vaginales y gimió.
Joder si, la podía sentir a la perfección.
Él se estremeció en su interior, sonriendo mientras jadeaba.
Empujándose a sí misma en su pecho, Nalla comenzó a mover sus caderas. Arriba y abajo, adelante y atrás.
Aumentó el ritmo y sus embestidas se hicieron más urgentes.
Ah, sí.
Él podía ayudarla con eso.
Darius puso las manos en sus caderas y empujó hacia arriba. Movió la mano para que pudiera llegar a su clítoris con el pulgar. Froto exactamente como a ella le gustaba, deseoso de ver su reacción. Ella echó la cabeza hacia atrás por el placer y gimió su nombre una y otra vez.
- Córrete para mí, mi amor.
Así lo hizo, al instante.
Él se corrió con ella, perdiéndose en el momento, sin poder esperar más.
Sus colmillos palpitaban, clavándose en sus labios, y los de ella hacían lo mismo.
Él le habría dicho que se alimentara de él, excepto que ella ya se había alimentado esta noche.
- Mia.

Él gruñó la palabra, sabiendo que se estaba repitiendo, mientras la hacía correrse una y otra vez, llenándola con su propio clímax, hasta que ella se derrumbó encima de su pecho completamente saciada y agotada.

Trusting Lover - Capítulo 27

Lohrena se tensó al oír las palabras de la Virgen Escriba. Básicamente le acababa de dar carta blanca a Rhage para que hiciera lo que le diera la gana. Cerró los ojos, controlando el impulso de detener la ceremonia y salir corriendo. No haría eso, y menos delante de la Virgen Escriba. Un delicioso olor especiado lleno el vestíbulo. Un olor que reconocía demasiado bien, y que había echado de menos. El olor de marcaje de Rhage.

- Eso no será necesario Virgen Escriba. Lohrena es y será mi única Shellan.
- ¿Estás seguro guerrero?
- Absoluta y completamente. Sí.

La Virgen Escriba volvió a mirarlos y apretó sus manos.

- Que así sea. Sera un buen emparejamiento. Muy buen emparejamiento. Tenéis mi bendición. Wrath, hijo de Wrath, puedes proceder con la ceremonia.

Los ojos de Lohrena se llenaron de lágrimas, no pudiendo creer lo que acababa de hacer Rhage. Se había unido a ella de por vida, y aún estaba emparejado con ella. El olor de su cuerpo no mentía. Se mordió el labio. Igual ya era hora de olvidarse de lo que había visto en el Iron Mask y darle una oportunidad. El pasado era el pasado, y mientras que no lo volviera a hacer... igual podrían ser felices.

La ceremonia se completó rápidamente y Rhage se giró hacia ella, sonriéndole y guiñándole un ojo. Tenía una expresión traviesa cuando se arrodillo delante de ella. Kihara se colocó al lado de Lohrena y ella vio el bol lleno de agua y sal. Cerró los ojos, no estaba segura de querer ver esta parte de la ceremonia.

*-*-*-*-*-*-*-*

Rhage miró a Lohrena que lo miró con preocupación. Él sin embargo, estaba deseando llevar su nombre grabado en la espalda. Así que cuando el rey fue el primero en acercarse y le pregunto eso de "Como se llama tu Shellan?", respondió con ganas.

- ¡Se llama Lohrena!

Uno a uno sus hermanos fueron grabando el nombre de su Shellan en la espalda. Miro a Lohrena que le miraba con una sonrisa trémula, agarrada con fuerza a Kihara. Su mirada bajo hacia su barriguita, donde crecía su hijo, protegido, y estaba deseando que naciera para grabar su nombre debajo del de su Shellan.
Aguanto un gruñido cuando la sal cubrió las heridas abiertas, sellándolas para siempre en su piel. El rey le dio la caja con el trapo dentro y Rhage se levantó. Tenía miedo de darle la caja a Lohrena. ¿Y si lo rechazaba? ¿Y si no lo aceptaba? No había sido sincero con ella. Aun no le había contado lo de su maldición. No quería que ella lo viera como un monstruo. Por primera vez, Rhage se sentía inseguro.

Lohrena dio un paso hacia él y le sonrió, extendiendo las manos.

- Creo que tienes algo que me pertenece.

Sí, mi corazón, mi alma, mi cuerpo... todo mi ser.


Pero eso no se lo iba a decir. Así que le dio la caja que ella aceptó sin dudar y la atrajo hacia si para besarla como un Hellren besa a su Shellan.

sábado, 22 de marzo de 2014

Lover Sacrificed - Capítulo 58

Nalla estaba soñando. Tenía que ser eso.
Sin embargo, no era capaz de decidir despertarse. Debía haberse dormido justo después de alimentarse. Y como Darius y el emparejamiento estaban en su mente... ahora estaba soñando con él. Al igual que cuando le había llegado su necesidad, qué conciencia más cruel tenía. Excepto, que en realidad Darius sí que había estado allí cuando ella pasó por su necesidad, ¿verdad?
Quizás esta vez también era real.
Los labios de Darius aplastaron los suyos con desesperación, como si sólo ella pudiera saciar su sed. Su lengua se sumergió dentro de su boca haciendo que sintiera ese cosquilleo tan familiar en su estómago, como si tuviera un millón de mariposas revoloteando por dentro.
Un delicioso olor los envolvió, uno que no había olido desde que Darius resulto herido y ella tuvo que alimentarle hacia tantos años. Ni siquiera en sus sueños había tenido el placer de volver a oler ese delicioso perfume.
Su olor de vinculación.
Era real.
Él estaba realmente aquí.
Pero, ¿cómo? ¿Qué había sucedido?
Sus grandes manos recorrían su cuerpo con urgencia y le arrancaron de manera eficiente su top, dejando al descubierto sus pechos desnudos y haciéndola olvidar todo sobre el cómo y el por qué.
¿Estaría decepcionado de que ella se había quitado los piercings?
No parecía importarle ya que agachó la cabeza para chupar uno de sus pezones.
- ¡Au!
Rápidamente él se incorporó para mirarla.
- Lo siento mi amor, ¿te he hecho daño?
Ella negó con la cabeza.
- Es que son extremadamente sensibles ahora. Y no han tenido ninguna atención, en mucho, ya sabes...
Darius movió las manos para acariciar suavemente ambos pezones con sus pulgares, haciéndola gemir, pero esta vez, el sonido era puro placer.
- ¿Es por eso que te los has quitado?
Ella asintió con la cabeza. Eso y porque Doc Jane le había recomendado que si quería amamantar a sus cría era mejor no llevarlos.
Bajo la cabeza  y suavemente lamió su pezón hinchado, haciéndola jadear. Sus caricias y besos suaves en su piel la estaban volviendo loca, hasta el punto en que no podía esperar más. Se bajó sus propios pantalones haciéndole reír.
- ¿Tan ansiosa estas, mi amor?
- ¡Sí! Te necesito dentro de mí nallum, ¡ahora!
- Qué. Me. Has. Llamado.
- N... Nallum.
Ella se encogió de hombros, pensando que si él no estaba emparejado, no había ninguna razón, ninguna necesidad de quedarse callada por más tiempo.
- Te quiero nallum. Te he querido siempre...
- ... y siempre te querré. Mi Nalla, te quiero, te amo tanto.

*-*-*

La besó con pasión, con hambre. Era como estuviera tratando de recuperar el tiempo perdido y ella estaba totalmente a bordo.
La cogió en brazos, haciendo que pusiera sus largas piernas desnudas alrededor de su cintura.
Una cama,  necesitaban una cama.
- Al final del pasillo, la primera puerta a la izquierda.
Su susurro le hizo cosquillas en la oreja y rápidamente se la llevó a donde le dijo. Con cuidado la tumbo sobre la cama, y no podía dejar de pensar, Querida Virgen en el Fade es tan hermosa. Y mía. Toda mía.
Su pecho parecía un poco más grande y su vientre estaba un poco más redondeado, como si se estuviera empezando a hinchar. Todo por culpa de su crio, pensó con orgullo.
Para él, ella nunca había estado más bonita y no podía esperar a verla crecer aún más.
La besó suavemente en el cuello, teniendo cuidado con sus colmillos, sabiendo que no podía alimentarse de ella, a pesar de que se estaba muriendo por quitarse el sabor de la ZCC de su boca.
Antes él tenía que saber todos los pormenores de este embarazo. Saber si era seguro alimentarse y…
Ella gimió debajo de él y puso sus manos en su pelo, tirando con impaciencia.
Él habría reído ante su inquietud, si no hubiera estado igual de inquieto. Ansioso por saber si ella también se había quitado ese otro piercing...
Le besó la curva de su pecho mientras bajaba más y más por su cuerpo. Metió su lengua en su ombligo, haciendo que sus caderas saltaran de la cama.
Queridísima Virgen en el Fade cuanto la había echado de menos. Su sabor, su olor. Esos pequeños ruiditos que hacia cuando estaba excitada.
Y estaba excitada...
Dejó que su mano fuera todavía más hacia abajo, sumergiendo un solo dedo en su interior.
Ella jadeo al sentirlo. Oh sí, estaba excitada.
Él gruñó. Joder, pero no podía esperar a estar rodeado de todo ese calor húmedo. Estaba a punto de correrse en sus pantalones, tan excitado estaba.
- Te he echado mucho de menos, mi amor.
- Y yo a ti. Te he echado de menos. Mucho. Pero te juro Darius, si no estás dentro de mí en los próximos 2 segundos, voy a hacerte daño.
Esta vez, dejó escapar una risa ronca.
- Tan impaciente mi Nalla.
- Joder, sí. Te quiero encima de mí. Dentro de mí. Ahora.
Rápidamente se movió para obedecer. Su olor de macho vinculado estaba saturándole y estaba impaciente por unirse finalmente con ella. Hacerla suya.
Él quería que su aroma saliera de todos y cada uno de sus poros.
Él necesitaba que todos los machos supieran a quien pertenecía ella. Que era solo suya.
Quería...
- ¡Dariuuuus!
Su gemido de impaciencia le hizo darse cuenta que todavía se cernía sobre ella, su polla dura en su entrada.
Por mucho que él quería darle una fuerte embestida, llenarla hasta el fondo, sabía que tenía que ser gentil, suave.
Se abrió paso entre sus pliegues resbaladizos, empujando poco a poco, sintiendo las paredes de su sexo contrayéndose a su alrededor. Estaba empezando a sudar, el esfuerzo de ir lento volviéndole loco. Sus maullidos sensuales y gemidos no le estaban ayudando exactamente con su autocontrol.
Sus largas uñas rascaron le la espalda y el ardor hizo que se metiera de golpe unos centímetros más.
- ¡Siiiiiii!
Joooooooooooder.
Respiró profundamente un par de veces luchando contra el impulso de correrse. Había pasado demasiado tiempo desde que había estado con ella. Dentro de ella. Y ella estaba tan malditamente apretada...
Sus manos bajaron aún más por su espalda, agarrando su culo y empujándole hacia ella, clavándose aún más profundo. Y así con ese empujón, él estaba completamente dentro de ella.
Su polla tembló y Darius se quedó sin aliento.

- Hazme el amor nallum. Hazme tuya.

Trusting Lover - Capítulo 26

El último día de esa semana, tal y como había dicho Rhage, Lohrena estaba nerviosa. Inquieta. Kihara terminó de cerrarle el vestido.

- Lista. Oh dios mío, Lohrena estas preciosa.
- No entiendo por qué he accedido a esto. Ni por qué tenemos que hacer esta ceremonia. Grabarse mi nombre, delante de todos los Hermanos...
- Es un macho de valía, quiere hacer lo correcto. Ser un buen padre para vuestro peque, ser un buen Hellren para ti.

Lohrena bufó.

- Dime una cosa. Tú sientes algo por él, ¿no es así?

Lohrena levantó un hombro fingiendo indiferencia, pero suspiró.

- Sí. Está bien. Lo confieso, siento... algo.
- ¿Entonces por qué no le das una oportunidad?
- No puedo. La imagen de él con esa chica en el club... No lo logro olvidar. Todas las noches me pregunto si... si en vez de luchar, esta allí con otra.
- Pero cuando vuelve, compruebas que no es así, ¿verdad?  Es que ahora que te tiene a ti, ya no le hace falta.
- Él no... No me ha tocado aun. Y eso que Havers le dijo que ahm... que lo hiciéramos siempre que pudiésemos. Pero el no... No me toca.
- Seguro que hay otra razón. Él te desea. Eso es obvio.
- Ya no le sale el olor del marcaje. Cuando estuvimos juntos, cuando paso su necesidad, sí que le salía. Pero ahora, nada. No, ya no está vinculado conmigo.
- Lohrena mírame. Eso es imposible. Una vez vinculado, los machos no se desvinculan. Se estará controlando por alguna razón. Eso cambiara. Esta tarde cuando ya estaréis emparejados, todo cambiara. Ya lo verás.

*-*-*-*-*-*-*-*

A Rhage se le paró el corazón en el pecho cuando la vio bajar las escaleras del vestíbulo. Era tan hermosa... Y seria toda suya. El leve bulto que se adivinaba bajo el vestido, le lleno el pecho de orgullo. Ahí dentro estaba creciendo su hijo. Estaba rodeado por los hermanos y se sentía bien. Sabía que Lohrena no quería esto, que tenía sus dudas, pero era lo mejor, y le haría cambiar de opinión. Le mostraría que la podía hacer feliz y cuidar de ella. Le sonrió cuando llego a su altura y ambos se giraron hacia el rey. Una figura diminuta envuelta en una túnica negra, apareció de la nada. La Virgen Escriba. Lohrena se inclinó en una reverencia y los hermanos rápidamente hicieron lo mismo. La Virgen soltó una risita de esas que sonaba a cientos de pajaritos cantando.

- Me gustan tus modales, Lohrena hija de Thrym. Levantaos y miradme.

Con la capucha bajada, la Virgen Escriba parecía un ángel de belleza extraordinaria. Espectacular, como de otro mundo.

- Dadme vuestras manos.

Los dos obedecieron, ofreciendo sus manos con la palma hacia arriba como era costumbre. Los toco a los dos y su hermoso rostro se contrajo cuando frunció el ceño.

- Estas encinta.

Lohrena asintió.

- Este es un emparejamiento por obligación, no por amor.

Ambos quedaron callados y ella los observó detenidamente.

- Es un buen emparejamiento. Puede funcionar, Lohrena, hija de Thrym y Rhage hijo de...

La Virgen Escriba miró a Lohrena pero no pronuncio el nombre de su padre.

- Rhage, guerrero de la hermandad de la Daga Negra. Puesto que este no es un emparejamiento por amor, proclamo a Lohrena, hija de Thrym, tu primera Shellan. Si quieres tomar a otra en un futuro, volveremos a completar la ceremonia pertinente.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Lover Sacrificed - Capítulo 57

                
- Soy Braxton, hijo de Cruxe.
El macho le tendió la mano, algo muy jodidamente valiente ya que Darius sentía ganas de arrancarle el puto brazo. Con los dientes.
Gruñó y sintió como sus colmillos se alargaban en toda su longitud.
¡Nalla es mía!
Estaba furioso con ella por mantener su embarazo oculto, sí.
Ahora mismo podría haber estado emparejado a otra hembra joder, ¿pero el hecho de que había otro macho con ella?
Eso simplemente lo hacía sentirse homicida.
Lucharía por ella hasta la muerte. Y seguro como el infierno que no sería la suya. ¡Ella pertenecía a él!
Rodeó a Nalla, poniéndola a salvo detrás de él. Su seguridad era lo primero. Siempre.
El otro macho, ¿Blaxton se llamaba?, se limitó a sonreír.
¿Quién coño se creía que era?
- Tú debes de ser Darius. El macho al que ama.
Joder si eso no lo detuvo en seco.
El escuchar las palabras pronunciadas en voz alta por primera vez hizo cosas raras en su interior, a pesar de que las palabras no habían venido directamente de ella.
No confiaba en sí mismo para hablar, así que se limitó a asentir una vez.
Blax le tendió la mano de nuevo.
- No tienes nada que temer de mí. Yo no soy una amenaza.
Sí aja, claro. Se creería  eso en cuanto el macho estuviera fuera de este lugar y de su camino.
- Quiero un conthest. Al diablo con eso. Exijo un conthest.
Sus palabras fueron un gruñido y apenas se dio cuenta de que Nalla tiraba de su brazo.
- Darius por favor, no. No es así. No es lo que piensas.
Blax sólo se río.
- Permíteme negarme. Llámame cobarde, pero no pienso luchar contra un macho vinculado por su hembra embarazada.
Él macho asintió con la cabeza hacia sus trajes ceremoniales.
- A juzgar por tu atuendo y el hecho de que sigues con la camisa puesta, estoy pensando que al final no te has emparejado. El que hayas aparecido aquí además demuestra que estás por fin dispuesto a reclamar a tu hembra. No estoy aquí para meterme en medio. Yo sólo estaba aquí para alimentarla, tío. Eso es todo. Y no por falta de intentos por mi parte, créeme. Pero ella es tuya. Siempre lo ha sido y siempre lo será.
Blax se acercó y en un audaz, o estúpido según como se mirara, movimiento le dio una palmada a Darius en la espalda, como lo haría un amigo. Darius tenía que respetar al tipo. A pesar de que era de la Glymera, tanto era obvio, parecía sorprendentemente decente. Y no había mostrado miedo, cosa que siempre era admirable.
- Os dejare para que podáis...ejem... hablar. Es probable que no volvamos a vernos nunca más, pero os deseo a los dos todo lo mejor.
- Gracias Blax.
Nalla caminó alrededor de él para abrazar el otro macho.
Oh, no.
Oh joder no.
Ella no estaba tocando a otro macho delante de él.
Qué. Cojones.
Si no fuera por el hecho de que él ya había tomado una vida esta noche, estaría agarrando el corazón de Blaxton en su mano ahora mismo. Estaba haciendo todo lo posible para mantener el control, respirando profundamente para calmarse, pero incluso eso no ayudaba, ya cada vez que lo hacía, podía oler a Nalla y sus hormonas del embarazo. Lo cual le recordó lo cerca que había llegado a no saber nunca que iba a tener un crio con ella.
Observó Blax a punto de salir por la puerta y de repente se preguntó si...
- ¿Tu conocías a Penehlope, hija de Feron?
Blaxton hizo una mueca.
- Sí, por desgracia. Es una hembra horrible, y sus padres son iguales o peores. ¿Aunque deduzco por tu uso del tiempo pasado que ha fallecido?
- Los tres.
- Interesante. Bueno, estoy seguro de que la Glymera hará de esto la excusa perfecta para hacer varias fiestas horribles. A las que voy a tener que asistir. Que bien.
Por fin salió por la puerta.
- Disfrutad de vuestra nueva vida juntos. Por lo que he oído, os lo merecéis.
La puerta se cerró con un golpe sordo y de repente estaban solos, él y Nalla.
Realmente necesitaban hablar sobre... todo, pero ahora mismo lo único en lo que podía pensar era saborearla, estar con ella, estar dentro de ella. Necesitaba asegurarse de que esto era real.
Los colmillos de ella se clavaban en su labio al mirarlo, vacilante. ¿Tenía miedo de él?
Oh infiernos no, él podría estar enfadado pero él nunca, jamás la lastimaría. Ella debería saber eso.
Ella era toda su suya ahora. Suya para proteger, suya para adorar. Toda. Suya.
Él gruñó con apreciación.
Hablarían más tarde acerca de todo lo que necesitaban hablar, pero mientras camino lentamente hacia ella, haciendo que su espalda tocara la pared, no podía dejar de pensar en una cosa y sólo una cosa que tenían que estar haciendo en este preciso instante.
Él haría el amor con ella, se vincularía a ella y por fin la haría verdadera y completamente suya.
Demonios, ella sería tan suya, que en vez de llamarla Nalla hija de Zsadist, la llamarían Nalla, shellan de Darius. Y joder si eso no hacía que estuviera aún más duro por ella.