Capítulo 42
Ahgony se despertó con un grito torturado en la habitación de al lado.
¡Darius!
Arma en mano, irrumpió en la habitación de su amigo, sólo para encontrarlo
gritando y llorando en la cama. ¡Estaba soñando!
- ¡Tío! Darius, ¡despierta!
Su amigo se movió y se retorció en la cama, sin responder a Ahgony en
absoluto. Así que hizo lo que cualquier amigo haría. Cogió un vaso de agua y se
la echó a la cara.
- ¿Qué cojones..?.
Darius estaba instantáneamente despierto y alerta.
- D, ¿estás bien tío?
- Estoy bien.
Darius se secó la cara con la sábana y suspiró.
- ¿Quieres hablar de ello?
- Nop.
- De acuerdo. Todavía tenemos un par de horas hasta la puesta del sol. Me
voy a la cama.
- Genial. Voy a estar en el gimnasio.
- No te excedas.
- Lo que tú digas.
Ahgony volvió a su habitación y sonrió al ver una forma familiar acostada
en la cama. Sonriendo, se acercó y se acostó a su lado.
- Hola leelan.
Ella abrió los brazos y lo acogió en su abrazo.
- Hola cari.
Sus labios encontraron los de ella y él la abrazó más fuerte cuando metió
la lengua en su boca para saborearla. Sus suaves gemidos lo estaban volviendo
loco.
- ¿Sabes que si tu padre se entera, soy papilla verdad? Literalmente.
Ella se río en voz baja.
- No se enterará. Y él no te hará daño. No mucho.
- ¿Es una broma? ¡Ese tipo se come a los lessers por diversión! Yo no sería
más que un aperitivo. Tienes que volver a tu habitación Mariah.
- Mmm dentro de un ratito.
Él suspiró, incapaz de negarle nada.
Su mano bajó por su estómago, y la metió dentro de sus bragas donde
encontró que ya estaba mojada por él. No podía estar con ella de la manera que
él quería, aun no. Pero sí que podía darle placer, aunque ello le diera un
severo caso de huevos duros.
* - * - *
Darius estaba dándole fuerte al saco de boxeo, dando una vía de escape a
todas sus frustraciones. Tendría que ir a alimentarse pronto, apenas en un par
de horas. La última vez antes de ser emparejado a ella.
Dejó escapar un grito frustrado mientras sacaba su daga y abría el saco de
arena de arriba a abajo, dejando que toda la arena cayera en el suelo.
- Eso mismo lo hice yo una vez.
Levantó la vista para encontrar Zsadist observándolo. Sus hombros se
hundieron.
- ¿Estás bien, hijo?
- Supongo.
- Tendrás tu venganza. Puede que tardes un par de siglos, pero... la
tendrás.
Darius asintió.
- Y si me dejas, yo te ayudaré. Con mucho gusto.
Los ojos de Z brillaron negro por un momento y Darius asintió de nuevo.
- Si esta mierda no hubiera ocurrido, ¿te hubieras emparejado con ella?
¿Con mi Nalla?
- Sí Z. El segundo después de pasar por mi transición.
- ¿A pesar de que tu padre tiene esa regla de no salir con las hijas de los
hermanos?
Él soltó un bufido.
- Nada me hubiera detenido Z. Na-da.
Zsadist asintió.
- Es bueno saberlo.
Darius quiso decir más. Para que Zsadist supiera lo mucho que amaba a
Nalla.
Pero para que mierda iba a hacer eso.
No cambiaría nada.
Zsadist asintió con la cabeza como si hubiera leído su mente y sabía lo que
Darius sentía. Qué era de agradecer.
Una oleada de náuseas lo golpeó de repente y cayó de rodillas.
- Whoa. ¿Estás bien, hijo?
- Mareado.
Cada hueso de su cuerpo le dolía como mil demonios. Él no había hecho tanto
ejercicio...
- Creo que necesito alimentarme. No llegue a hacerlo la última vez.
Sin embargo su estómago no le dolía como lo haría si estuviera hambriento.
- Queda sólo una hora hasta la puesta del sol. Voy a buscar a Ahgony.
¿Quieres que llame a alguien más?
Sacudió la cabeza, tratando de ignorar las ganas de vomitar que tenía.
¿Qué demonios le estaba pasando?