Cuatro meses.
Hacía cuatro putos meses desde que la vio por
última vez.
Los meses más jodidos y largos de su vida.
Aun podía olerla. Saboréala. Sentirla.
Se estaba volviendo loco a sí mismo. Sabía que su
transición llegaría pronto. Qhuinn le había avisado, ya que Doc Jane había
confirmado que quedaban días.
Qhuinn le había pedido que por favor él fuera el
que la alimentara. Él que la ayudara a pasar por la transición. Apenas se
hablaban, pero Qhuinn le había comentado que su hija estaba un poco atraída por
él y le había dado las gracias por haberse ido de la mansión.
¡Le había dado las gracias!
Se sentía como escoria. Lo peor de lo peor.
Estaba asqueado con sigo mismo. Porque a pesar de todo, estaba deseando,
rezando por que le llegara la transición.
Saber que ella bebería de él, que él le daría la
vida… que sus labios se posarían sobre su muñeca, o mejor… sobre su cuello.
Joder.
No sobreviviría al placer. Y no podría ocultarlo.
Debería de haber dicho que no. Debería de haber
dejado que Qhuinn llamara a algún pijo de la Glymera. Su propio gruñido
posesivo le dejo saber exactamente como eso no iba a pasar. Jamás lo
permitiría.
¿Ella alguna vez pensaba en él?
¿También estaba deseando que llegara ya el
momento?
Había estado luchando contra lessers sin piedad,
peor que nunca, solo para quitarse esta frustración que sentía. Iba a la
mansión solo para las reuniones de la hermandad, para oír lo que tenía que
decir el rey, y volvía a salir para hacer lo que era necesario. Aunque aún no
habían encontrado ni rastro de Havers.
Tohr estaba pendiente de él, lo sabía. Hasta le
había ofrecido hablar de lo que le molestaba. Pero no podía. No sabría ni que
decir.
Qhuinn le había pedido que volviera a instalarse
en la mansión, por si acaso la transición le llegaba de día. ¿Cómo iba a decir
que no?
Así que metió su bolsa en el coche y se quedó de
piedra cuando notó la vibración de su móvil.
- Ha llegado el momento, acaba de empezar la
transición. Te necesita.
*-*-*-*
Fuego.
Estaba rodeada de fuego.
Estaba por todas partes consumiéndola desde
dentro y arrancándole la piel por fuera.
¿Qué demonios le estaba pasando?
Había estado bien, viendo una peli con sus amigas
y de repente, había comenzado a sentirse febril, un dolor atroz abriéndose
camino por su cuerpo, por sus venas, como un río que se desbordaba.
¿Esto era? ¿Era esto la transición?
Alguien la cogió en brazos haciéndole daño,
tanto, que perdió la consciencia.
- John gracias a la Virgen Escriba. Quédate con
ella. Voy a por Layla.
Gritó cuando noto como dos fuertes brazos la
levantaron.
¿John? ¿Era John quien la tenía en brazos?
Intento abrir los ojos pero los parpados le
pesaban demasiado. Inhaló, y se calmó inmediatamente. Si, era John. Su
delicioso aroma de especies oscuras y macho vampiro, era único. Lo reconocería
en cualquier lugar, ya que era su olor favorito.
Él la acomodo con cuidado entre sus piernas, la
espalda de ella contra el pecho de él, y el dolor ya no parecía tan intenso.
Estaba a punto de sonreír cuando otra bola de
fuego se hizo camino en su sangre y clavo las uñas en uno de sus antebrazos,
sacando sangre.
- Abre la boca, hija mía, John necesita
alimentarte.
¿Layla? Que hacia ella aquí. Esto era un momento
privado. John estaba en la cama con ella y… en cuanto las primeras gotas de
sangre llegaron al fondo de su garganta, gimió.
Ambrosía, el manjar de los dioses.
Chupo con más fuerza y bebió, bebió y bebió,
disfrutando de como su sabor explotaba en su boca. Quería beber de él cada día
del resto de su vida. El dolor aún era intenso, pero podía aguantarlo.
Sobreviviría.
Y así, sin aviso, las cosas se pusieron peor.
Ahora
empezaba el cambio.
pobreeee chica pero bueno esto es algo por lo que tiene que pasar y ahí esa super Jhon ;) jajajaj un saludoo
ResponderEliminarespero el proximo cap
Srta. Morena