Lohrena
estaba tumbada en la cama, exhausta tanto física- como emocionalmente. Cuando
la dejaran marchar, iría a Europa, lejos de Caldwell, Nueva York. Lejos de los
Estados Unidos, donde había sufrido tanto... Jamás tenía que haber fingido su
muerte, se había tenido que quedar con su hijo, seguiría vivo... Stan era el
culpable por haberle comido el coco... los hermanos solo habían estado
defendiendo lo que era suyo... ella podía haber formado parte de esa hermandad,
y Tohrture también... ¡Maldito Muhrder! Cuando lo encontrara, lo mataría,
lentamente, quería que sufriera como había sufrido ella...
Escuchó
la puerta de abrirse pero no se incorporó para ver quién era. Le daba igual.
-
Hola. ¿Te encuentras bien?
Una
voz profunda, muy masculina, y que no había oído antes, la sorprendió. ¿Sería
la voz del rey? No se incorporó para comprobarlo.
-
Vete. Quiero estar sola.
-
Lo siento princesa. Eso no va a pasar.
Lohrena
soltó un largo suspiro, ignorándolo.
-
Además, estoy aquí para alimentarte.
Su
voz profunda y aterciopelada le acariciaba los sentidos y le sorprendió porque
sonaba amable.
-
Eres... ¿eres un hermano?
-
El mejor que hay.
A
pesar de todo, eso le arrancó una sonrisa.
-
Que arrogante. Y gracias, pero no puedo.
-
No es arrogancia si es la verdad… ¿y porque no puedes alimentarte?
-
Porque me jure a mí misma que jamás me volvería a alimentar de un hermano.
-
Bueno... siempre puedo llamar a un Doggen... pero no creo que sepan demasiado
bien...
*-*-*-*-*
Rhage
observó la delicada figura de la cama con fascinación. ¡Mía! El pensamiento entró y salió de su mente como un rayo.
Sacudió la cabeza para intentar aclararse. No había visto a Lohrena antes pero
tenía algo que le atraía irremediablemente.
-
Mira... no pienses en mí como hermano. Piensa en mí como macho. Necesitas
alimentarte y yo te puedo ayudar con eso. Anda ven. Aliméntate, por favor.
Después de esto, te podrás ir, te lo prometo.
-
¿De verdad?
Lohrena
se incorporó para mirarlo y jadeó, quedándose sin palabras. Sus colmillos se
extendieron por completo, delatando su hambre y excitación. El hermano que
estaba en la habitación con ella era hermoso, rubio con ojos azules, alto,
musculoso... era un sueño erótico andante. La perfección hecha realidad.
-
¿Realmente eres un hermano?
El
vampiro asintió mirándola muy seriamente.
-
Tu... tu conocías a Muhrder?
El
vampiro rubio volvió a asentir.
-
¿Sabías de mi existencia?
Negó
con la cabeza sin dejar de mirarla intensamente.
-
Jamás te hubiésemos dejado sola si lo hubiésemos sabido. Jamás.
La
intensidad de sus palabras hizo que Lohrena le creyera. Había vivido engañada
durante tanto tiempo... Se levantó de la cama y fue hacia él. Tenía el brazo
extendido dentro de la jaula y Lohrena acercó su muñeca, aspirando el delicioso
olor de su piel.
-
¿Cómo te llamas?
-
Rhage. Pero puedes llamarme Hollywood.
-
Encantada de conocerte Rhage. Y gracias por darme tu vena.
Ooooooh.....venga ya¡¡¡¡
ResponderEliminarEn serio?
:-(
Lo sientooooooooooo
EliminarJajajajaja ese Hollywood, coqueto hasta decir basta.
ResponderEliminarGRACIAS ;)