Lohrena salió del coche asustada, corriendo para
llegar a su casa. ¿Qué coño acababa de ver? ¿Qué le pasaba a Rhage? Eso de los
ojos no era algo que los vampiros pudieran hacer, y esa voz... Tenía que ser
otra cosa... ¿pero qué? Igual lo que le pasaba no era la necesidad, igual era
otra cosa con la que ella no le podía ayudar. Espero detrás de su puerta, en
cualquier momento Rhage arrancaría y se marcharía... con sus compras. Bueno,
tendría que ir más tarde. Esperó y esperó, pero Rhage no se había marchado aun.
Con cuidado, se asomó y se sorprendió al ver el coche hortera de Víctor, o V,
como lo había llamado Rhage. Rhage seguía dentro del coche, con la cabeza hacia
atrás y los ojos bien cerrados. No podía dejarlo así, tenía que ayudarle.
Él había sido amable con ella, la había tratado
bien, la había alimentado y sacado de esa jaula para traerla hasta aquí. Aunque
era un hermano, si estaba pasando por su necesidad, no merecía sufrir así. Ella
le tenía que ayudar de alguna manera. Sabía que no era posible que se repitiera
la historia, y no solo porque ahora conocía a la hermandad. Además, ella no
sentía nada por Rhage, como lo que había sentido por Muhrder, por lo que no
sufriría si la rechazaba después. Sería su manera de agradecerle su amabilidad.
Sabía que se suponía que odiaba a la hermandad y a
todos sus hermanos y que debería de querer vengarse por haberla mantenido
cautiva, pero la verdad era que su opinión sobre los hermanos había cambiado
radicalmente. Habían hecho lo necesario para proteger a su raza y no la habían
tratado mal, ni la habían hecho sufrir deliberadamente. Así que ella no podía
dejar sufrir a Rhage. No sabía porque sus ojos se habían puesto blancos, pero
decidió no tener miedo. Por alguna razón, sabía que Rhage nunca le haría daño.
Había salido corriendo del coche por impulso, por no saber qué pasaba, pero se
había decidido. Salió de su casa y fue hacia el coche de Rhage.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
El dolor que recorría el cuerpo de Rhage era atroz.
Su necesidad había llegado de lleno. No era capaz de conducir así y
desmaterializarse ya no era una opción. Pero tenía que irse. El saber que
Lohrena estaba tan cerca. Su bestia también estaba agitada porque sabía lo que
le esperaba a Rhage. Sabía que había asustado a Lohrena, tanto que había salido
corriendo... y no la culpaba. Masticó otra piruleta esperando que se le pasara
un poco el dolor para poder desmaterializarse, volver a la mansión y encerrarse
en la jaula. Si no hacia eso, era capaz de volver aquí en busca de Lohrena. Igual
que había hecho John con Kihara.
Se le ocurrió otra idea, llamaría a alguno de los
hermanos, para que vinieran a recogerlo, tardarían un poco pero media hora de
tortura era mejor que hacer el tonto delante de Lohrena y rogarle que le dejara
hacerla suya. Unos suaves golpes en la ventanilla lo sobresaltaron y vio como
Lohrena abría la puerta del coche.
- Rhage ven, entra en casa, puedo ayudarte.
Habló con los dientes apretados. La tentación era
demasiado grande...
- No.
- Rhage, se por lo que estás pasando. Puedes usarme
a mí.
- No. No voy a hacerte... pasar por eso.
- Rhage... déjame que te ayude.
Lo tocó y debió notar como su piel ardía.
- Rhage, vamos a la casa ahora mismo.
Su tono autoritario lo puso aún más duro de lo que
ya estaba y su control pendía de un hilo.
- Lohrena, lárgate. No quiero hacerte daño.
- No lo harás. Ven.
Rhage se agarró al
volante temblando, notando como el dragón se agitaba cada vez más. ¿Dónde
estaba la Virgen Escriba? Normalmente cuando había llegado a este estado, ya le
había ayudado con su maldición. Y Lohrena no le dejaba en paz.
- ¿Quieres hacerlo en el coche? Genial, vamos a
darle un espectáculo a los vecinos y cuando amanezca no sé qué haremos pero...
Su mano se movió sobre su bragueta y Rhage siseó,
moviendo las caderas involuntariamente. Puso su mano sobre la de ella, aunque
no sabía si para quitarla o apretarla más contra su dureza.
- Lohrena no sabes lo que estás haciendo.
- Sí que lo sé.
Rhage la miró desesperado. Sabía que no debía, que
ella ya había sufrido bastante en el pasado, pero su cuerpo pedía a gritos que
fuera con ella y se enterrara en su cuerpo hasta perder el sentido. Y dejarla
embarazada.
- No soy Muhrder. Yo no te dejare sola. Nunca.
- Lo sé. Ahora ven, entremos en la casa.
Wow!! No se q paso pero q bonita pareja.. va muy padre la historia
ResponderEliminarGracias!
Eliminaresto se pone interesante *-*
ResponderEliminarEsa es la idea :D
EliminarA esperar los próximos capitulos .. las dos historias están buenisimas!!
ResponderEliminarMuchas gracias!
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