Blay frunció el ceño,
intentando concentrarse. Hacia varios días desde la ceremonia de emparejamiento
y Qhuinn dormía a su lado, completamente exhausto. Él también estaba cansado,
pero por mucho que lo intentara, no lograba dormir. La sensación de que se le
había olvidado algo, algo importante, cada vez era más intensa. Quiso
levantarse y hacer algo, pero el brazo de Qhuinn alrededor de su cintura, se lo
impedía. Tampoco es que pudiera salir de la habitación, siendo el Ahstrux
Nohtrum de Qhuinn, no podía alejarse de su lado, lo cual obviamente no era
ningún problema.
- Estas pensando
demasiado.
La voz ronca y dormida
de Qhuinn lo sacó de sus pensamientos.
- Te lo he dicho,
cuando dejes de pensar tanto en ello, te acordaras de lo que sea que hayas
olvidado.
- ¿Ah sí? ¿Y desde
cuando eres tu tan listo?
Qhuinn sonrió sin abrir
los ojos.
- Desde siempre. Anda
vente a la cama.
- Ya estoy en la cama.
- Pues vente más cerca.
Qhuinn lo atrajó más
hacia él y buscó sus labios. Podía notar su erección presionándole en la
cadera.
- Eres insaciable.
- Tú me haces
insaciable. Además, nuestra luna de miel aún no ha terminado, Wrath nos dio una
semana.
Qhuinn se apretó más
contra Blay y sintió como este respondía, fundiéndose en el abrazo. Si, Wrath
les había dado una semana para disfrutar el uno del otro, pero no le gustaba
nada la frustración que sentía Blay al no poder acordarse de ese “algo”. La desesperación que
sentía se notaba hasta a la hora de hacer el amor, haciéndose cada vez más
salvaje. Qhuinn tenía el cuello en carne viva como prueba de ello. Gracias a la
Virgen Escriba que curaba rápido. Abrazó a Blay con fuerza y pasó su mano por
la cicatriz con su nombre. Joder, como han cambiado las cosas, pensó. Cuando
antes sentía vergüenza y no se sentía digno del amor de Blay, ahora sentía
orgullo y honor de poder ser el hellren de este macho de valía. Dejo de
pensar cuando Blay lo empujó hacia atrás en el colchón y comenzó a besar su
cuerpo, cada vez más abajo, hasta que llego a su durísima polla. El piercing
que tenía ahí parecía fascinar a Blay, y le encantaba jugar con el hasta que
Qhuinn perdía el control. Y la cordura. Antes de que Blay pudiera empezar esa
placentera tortura, sonó el teléfono, haciendo que los dos gruñeran a la vez.
Qhuinn extendió el brazo y respondió.
- ¡Que!
- Oficina de Wrath en
10 minutos, tenemos noticias sobre Stan.
Blay lo escuchó todo y
en cuanto mencionaron el nombre de Stan, fue como si se abriera un dique dentro
de su cabeza, haciendo que los recuerdos volvieran a él de inmediato. ¡Eso era
lo que se le había olvidado! Tenía que hablar con Wrath ahora mismo. Se puso el
primer pantalón que encontró tirado por el suelo, obviamente era uno de Qhuinn,
y sin molestarse en ponerse una camisa, salió corriendo de la habitación,
dejando atrás a un Qhuinn sorprendido.
- Wrath, mi Rey…lo sé, me he acordado… yo…
- Tranquilo hijo.
Respira. Le dije a V 10 minutos, tienes tiempo de vestirte.
- No es eso, no
entiende. Yo sé dónde está Stan.
- Explícate. Espera,
no. Vete a vestirte y ahora nos lo explicas a todos.
Blay volvió rápidamente
a la habitación donde Qhuinn lo esperaba extrañado. Blay tenía el semblante
demasiado serio.
- ¿Todo bien, nallum?
- Sí.
- Blay…
- Me he acordado de
todo. Y tengo que contárselo a la hermandad. Es importante, así que date prisa.
- ¿De qué se trata?
- No hay tiempo, ahora
te enterarás. Vamos.
En el tiempo que habían
estado hablando, Blay ya había terminado de vestirse y esperaba impaciente a
que Qhuinn hiciera lo mismo.
- Blay, hellren mío.
Háblame.
- Es algo importante
vale, y me siento estúpido por no haberme acordado antes. Ya podíamos haber
atrapado a Stan si mi memoria no me hubiese fallado. Ahora por mi culpa, igual
es demasiado tarde.
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