Blay se quedó en la
cama un rato más. Podía escuchar a Qhuinn en su habitación a través de la
puerta abierta que conectaba las dos habitaciones. Gracias a la Virgen Escriba
Wrath no había insistido en que durmieran en la misma habitación, pero la
puerta entre los dos cuartos debería permanecer abierta en todo momento, para
que se pudieran vigilar mutuamente… Blay bufó… y que iba a vigilar en la mansión… con lo segura que era lo único
que podría vigilar era como Qhuinn se hacía una paja… y gracias pero no… No
necesitaba esa tentación en su vida. Lo oyó buscar algo en sus cajones para
luego meterse en el baño. Se ducharía, bajarían a comer algo y luego al
gimnasio para entrenar unas horas. Esa había sido su rutina durante las últimas
dos semanas y la verdad es que Blay estaba sorprendido con la actitud de
Qhuinn. Estaba atento, considerado y siempre pendiente a él. Y eso que Blay
estaba más distante que nunca. Pero parecía que a Qhuinn le daba igual. Le hacía
de comer, hacían cosas juntos que le apetecían a Blay y ni una sola noche había
dicho de ir al ZeroSum. Al contrario, por las noches tenían la Primera Comida
con los hermanos y después jugaban al billar o algún videojuego. O le ponía
algún CD de jazz mientras dejaba que Blay leyera algún libro tranquilamente. Él
se ponía a leer algún comic o veía una peli o hacia algo con John y Kihara.
Pero nunca andaba lejos ni lo perdía de vista y el muro que Blay se había estado construyendo
alrededor del corazón, ya se estaba desmoronando. Rápidamente. Qhuinn le hacía
bromas insinuantes, que aunque el ignoraba, le hacían tener esperanza de que
pudiera haber algo más. Claro que todo esto pasaba cuando estaban solos. Cuando
había alguien más, Qhuinn actuaba con total normalidad, como si simplemente
fueran los mejores amigos del mundo. Un movimiento en la puerta detuvo sus
pensamientos. Y lo puso duro al instante.
Qhuinn se apoyó en el
marco de la puerta, envuelto solo en una toalla. Sonrió seductoramente. Por lo
que se adivinaba debajo de las sabanas, Blay no era indiferente a su “look”
semidesnudo. Gracias a Dios, se había estado preocupando de que Blay realmente
no sintiera nada, pero intuía que solo era una fachada. Se acercó a la cama y
se tiro encima, al lado de Blay.
- Guay. ¿Vamos a pasar
el día en la cama vagueando?
- No. Deja que me duche
y bajamos.
- Prefiero que nos
quedemos en la cama.
Le guiñó un ojo,
haciendo que se sonrojara.
- Qhuinn…
- Podríamos hacer cosas
muy interesantes si nos quedamos en la cama…
Pasó su brazo por
encima de la cintura de Blay y lo atrajo hacia él.
- Qhuinn…
La voz de Blay sonaba
casi sin aliento, que era el efecto que quería causar. Lo acercó aún más hasta
que sus labios casi se rozaron. Antes de que Qhuinn se diera cuenta, Blay lo
había empujado y se había levantado de la cama.
- Voy a ducharme.
- Blay…
- Ahora salgo.
Y con eso se encerró en
su cuarto de baño, dejando a Qhuinn frustrado de nuevo.
Se apoyó en la puerta
respirando agitadamente. Su corazón latía a mil por hora y tuvo que hacer un
esfuerzo por no volver a la cama con Qhuinn. Y a la mierda con las
consecuencias… Pero se obligó a acordarse de
sus razones por ignorar a Qhuinn. En cuanto terminara con él, volvería a las
andadas, olvidándose de Blay y partiéndole el corazón. Y puesto que era su
guardián, no podía desaparecer cuando estuviera con otra persona. No pensaba
exponerse a eso, si no estaba con Qhuinn, si no sabía cómo era haciendo el
amor, podía pretender que le daba igual, que no dolía. Claro que sabía cómo era
Qhuinn en la cama, lo había visto más de una vez, pero una vez que lo hubiese probado… sería imposible
soportar que estuviera con otra persona, y solo vivir de los recuerdos de lo
que pudo ser y no fue... Sería imposible fingir que le daba igual.
Se metió debajo de la
ducha y abrió el grifo del agua fría. Antes de nada, necesitaba quitarse este
calentón, ya que si no sería probable que terminara cometiendo un error que
lamentaría más tarde. De repente la cortina de la ducha se abrió y ahí estaba Qhuinn,
completamente desnudo y con una erección enorme. El piercing que tenía en la
punta lo volvió loco. ¿Cómo sería sentir eso contra su lengua? Miró a Qhuinn,
que estaba haciendo un visible esfuerzo por controlarse.
- Te deseo Blay. Ahora.
- Qhuinn, lárgate.
- No.
- Qhuinn…
- No. Te deseo.
Blay lo miró a los
ojos. Y yo a ti, pensó. Adoraba la lágrima que tenía tatuada, resaltaba sus
ojos, que a Blay siempre le habían cautivado.
- ¿Hasta cuándo? ¿Hasta
que te aburras de mí y te vayas con otra? Paso. ¿O hasta que se te pase el
susto de lo que me pasó, y veas que sigo siendo el mismo Blay de siempre? De
nuevo, paso.
- No es así. No voy a
aburrirme de ti.
Blay resopló. El agua
fría resbalaba por su cuerpo aunque no hacía nada por bajar su polla. Era absurdo
tener esta conversación así. Dos ex mejores amigos, desnudos y muy obviamente
excitados. Absurdo.
- Ya claro. Y ahora voy
yo, y te creo. ¿Cuántas veces me has besado en el pasado? ¿Para ignorarme por
completo al día siguiente? No necesito eso.
- Blay, te digo que
todo ha cambiado. Te deseo. Se lo que sientes por mí y yo siento lo mismo por
ti.
- Lo dudo. Lo dudo
mucho.
- Déjame demostrártelo.
- No.
- ¿Por qué?
- Porque yo ya no
siento nada por ti.
- Mientes. - No Qhuinn. Esta vez, te juro que no miento.
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