viernes, 7 de junio de 2013

Lover Recalled - Capítulo 4


Sus labios la estaban volviendo loca. John Matthew siempre la torturaba así, cubriéndola de besos y caricias hasta que se encontraba al borde de un orgasmo explosivo y terminaba rogándole que la tomara de una vez por todas.

- ¡John!

El se detuvo inmediatamente y la miró con ese brillo travieso que a ella le encantaba. Kihara se retorcía debajo de él, pero él la inmovilizó fácilmente con su cuerpo, rozándola con su impresionante erección.

Kihara gimió.

- John, ¡por favor!
- John, ¿qué más?
- JM - La voz apenas le salía en un susurro - no me tortures así... te necesito dentro de mi, por favor.
- Así me gusta...

Kihara jadeo cuando John por fin la embistió... 

Kihara despertó de golpe, como siempre que uno de estos sueños eróticos la asaltaban. Jamás había llegado hasta el final en uno de sus sueños, despertándose siempre al borde de un clímax, pero frustrada porque este nunca llegaba.

Se acomodo en la cama de nuevo intentando reconciliar el sueño ya que solo eran las 3 de la madrugada. Hacía años que estos sueños la asaltaban y todavía no se creía que un libro la hubiese afectado tanto. Su copia de “Amante mío” tenía un lugar permanente en su mesita de noche y estaba desgastado de las veces que lo había leído.

Sabia con bastante certeza que los hermanos tenían que existir de verdad aunque le resultaba imposible encontrarlos.

Kihara se levanto de la cama porque sabía que no volvería a quedarse dormida. Desde su ultimo año en el instituto había tenido sueños muy intensos, siempre con John Matthew y siempre tan reales que a veces hasta se despertaba llorando, con el corazón partido por que el se había despedido de ella y jamás la había vuelto a buscar. “Estás loca” se dijo a si misma, ¿pero qué otra cosa podía pensar? Si hasta había veces en las que se despertaba rodeada de un olor especiado, apenas perceptible, pero que la hacían añorar algo... aunque no sabia con seguridad, el qué.

Fue hacia la habitación en la que investigaba todas las cosas que ella pensaba que podrían tener algo que ver con la hermandad.

Actualizo su diario con el último sueño - ya que los anotaba todos - y cogió el periódico de ayer que había guardado.

Universitario Christian Limah desaparece de su casa en Caldwell

Kihara se acordaba de Chris, era un chico que había ido a su mismo instituto, aunque dos clases debajo de ella. Su instinto le decía que esta desaparición tenía algo que ver con los hermanos ¿pero que podía ser?

 

-  ¡Sácame de aquí, Blay! 

John se paseaba de un lado a otro en su “jaula” de acero. Estaba furioso con su rey, sus amigos y todos los hermanos. Todos los años desde que dejo a Kihara en su casa, lo encerraban aquí durante su periodo de fertilidad, ya que el primer año salió como loco en busca de Kihara. Lo único que lo detuvo aquella vez de hacerla suya era que ella ya no parecía vivir allí. En la casa en la que la había dejado esa última vez, solo estaban sus padres, y Wrath lo encontró tumbado en el jardín, jadeando desesperado, intentando averiguar dónde podía estar ella. Y más importante, con quién.

Desde entonces, Wrath no se arriesgaba y lo encerraba durante esos días para que John no perdiera el control o la cordura con el deseo intenso de marcarla. 

Blay ignoraba a John lo mejor que podía mientras esperaba que Qhuinn bajara con algo de comer. Esto de vigilar a John en estos días, lo ponía de los nervios. No le gustaba ver a su amigo así y más de una vez se había sentido tentado de buscar a esa chica Kihara para que al menos uno de los tres pudiera ser feliz.

- Vamos Blay tío. No iré a ninguna parte ¿vale? Sácame de aquí y nos vamos al ZeroSum o algo.
- ¿Ya estas molestando a Blay? 

Qhuinn entró en la habitación con una bandeja grande de comida y la vista de Blay recorrió el musculoso cuerpo de su amigo brevemente.

- Venga John, ¿qué quieres? Hay cordero, pollo, sándwiches... - tú dirás.

John se acercó a los barrotes y usando todas sus fuerzas, intentó separarlos. Qhuinn soltó una carcajada.

- Venga ya Johnny, ¿cuántas veces has intentado eso? Esa jaula no lo puede partir ni el hermano Vishous con su mano ¿qué te hace pensar que tu si lo vas a lograr?

Cogiendo dos sándwiches de la bandeja, Qhuinn se sentó al lado de Blay y le dio uno.

- Tío, estos sándwiches que hace Fritz están para morirse. ¿Seguro que no quieres uno, John? 

Sacando los colmillos John lo mando a la mierda y se fue a tumbar en la cama. Gracias a Dios Wrath había pensado en todas las comodidades así que más que una jaula era una habitación rodeada de acero. Con un brazo se tapo los ojos e inmediatamente imágenes de Kihara lo asaltaron. No pasaba ni un día en el que no pensara en ella, pero estos días en los que estaba fértil, la necesidad de marcarla, de hacerla suya, se hacía incontrolable. Su olor único saturo la habitación.

- Tío, deja de pensar en esa chica ¿quieres? Estamos comiendo. ¡Apestas!
- Vete a la mierda. ¿Por qué no os vais a comer en la mesa con los demás?
-  Serás desagradecido. Solo estamos aquí para hacerte compañía, capullo.

John tiró la almohada hacia los barrotes. Estaba muy frustrado y necesitaba quedarse a solas un rato para intentar aliviarse un poco. Se movió incomodo. Tenía los pantalones tan apretados que le dolía.

- Pues vaya compañía que sois.
- Oh vamos, que tu eres la alegría de la fiesta en estos momentos. Pfff... Menos mal que solo te quedan dos días.

Gracias a Dios - pensó John. Solo dos días, y la volvería a ver. 
 

Como ayudante de un bufete de abogados, Kihara tenía acceso a mucha información confidencial. Le quedaba poco para terminar la carrera de derecho y obligatoriamente tenía que hacer unas semanas de prueba con algunos de los abogados más prestigiosos a los que deseaba unirse pronto.

Ahora mismo estaba revistando el caso de Christian. Sus padres habían denunciado a la universidad de su hijo por la desaparición del mismo, y Kihara no los culpaba. En los últimos años habían desaparecido muchos jóvenes, casi uno al mes. Los cuerpos aparecían algunas semanas después, justo antes de que desapareciera otro chico o chica de la misma edad. Los institutos y universidades estaban en alerta por lo mismo. ¿Por qué la hermandad no hacía nada? Kihara sacudió la cabeza. Su mundo de fantasía la estaba llevando al borde de la locura. Era la policía la que tenía que intervenir e investigar en esos casos, no una hermandad imaginaria.

Volviendo su atención a los documentos que tenía delante, Kihara leyó que Christian tenía 21 años estudiaba medicina y el decano con el que había tratado la policía se llamaba Steve Edwards. Kihara frunció el ceño... ¿de qué le sonaba ese nombre?

Edwards...Edwards... Stan Edwards!

El decano se llamaba casi igual que el director de su instituto. Tenía que ser una casualidad ¿no? Se acordaba que el director de su instituto había muerto de un ataque al corazón, aunque supuestamente en extrañas circunstancias, durante un simulacro de incendios. Kihara ignoro el pequeño dolor de cabeza que le entraba cuando pensaba en ese día, con el cual también soñaba a veces. Decidió hacer una búsqueda en Internet, seguramente se equivocaba pero tenía que asegurarse. Por un lado busco al director Stan Edwards y por el otro al decano Steve Edwards. Lo que encontró le dio muy mala espina.

Stan y Steve eran la misma persona. 

 

Las alarmas de los cuatro juguetes sonaron y Vishous se acercó para ver qué pasaba. Alguien había estado buscando información sobre Stan Edwards, el antivamp del que se habían encargado hacia ya varios años. ¿Quién demonios podría estar interesado en ese “hombre” tantos años después de su muerte? Vishous rastreo el IP desde donde se había realizado la búsqueda. Apareció la dirección de un bufete de abogados en el centro de Caldwell. Tendrían que ir a investigarlo. En estos años la lucha contra los Antivamps no había ido demasiado bien, los cabrones sabían cómo ocultarse y eran muy pocas las veces que tenían una pista que seguir para poder salvar la vida de algún joven inocente. Sin embargo, en las últimas 48 horas habían ocurrido dos cosas; uno de los alumnos que aparecía en los archivos marcados, había desaparecido, y ahora alguien buscaba al director difunto del instituto donde encontraron esos mismos archivos...

- ¡Butch!
- Dime hermano.
- Necesitamos un abogado ¿verdad?

Butch vigilaba mientras Vishous hacia lo suyo con los ordenadores del bufete. Habían ido después de que cerrara, para investigar tranquilos y Vishous estaba buscando un ordenador en particular, frunciendo el ceño cuando aparentemente encontró el que buscaba.

- Ayudante 3. Qué coño les pasa que no le ponen los nombres de sus ayudantes. Butch ¿has comprobado todas las oficinas?
- Si, esta todo como debería estar. Los antis no han estrado aquí, no habría ni una huella si así fuera. Esos capullos cubren sus huellas mejor.

Sacando algo de su bolsillo, Vishous levanto el ratón y le pego algo debajo.

- De acuerdo, veamos que tiene que decirnos Ayudante 3 sobre Stan James.

 

Por fin John se había quedado solo. Blay y Qhuinn estaban fuera mientras John se daba una ducha. Solo le quedaba un día, y volvería a sentirse como siempre, al menos se podría deshacer de su eterna erección. El cuerpo le dolía físicamente de las ganas que tenía de poseer a Kihara.

- Dios ¡cuánto la echaba de menos! 

Después de aquella primera vez en la que había intentado encontrarla, la había buscado y la había encontrado. Vivía cerca de la universidad de New York. Vivía sola en un apartamento y John no podía hacer otra cosa que vigilarla para asegurarse de que estaba bien. A veces hasta se desmaterializaba brevemente dentro de su habitación para cerciorarse de que dormía sola. Aunque fuera de su periodo de necesidad se controlaba, su mente todavía gritaba “mía” cuando la veía, así que se alegraba de que Kihara parecía más interesada en sacar su carrera, que en echarse un novio. John se enjabonó y comenzó a acariciarse. Tenía la polla rígida y gruesa, la punta estaba brillante y lista para penetrar. Se imagino tocar esa piel sedosa y suave y se agarró la erección con su amplia mano acariciándose a sí mismo. Oh… joder… se sentía bien…

Pensó en que iba descendiendo por el cuerpo de Kihara, besando cada curva de su cuerpo. Imaginaba su cara de placer cuando él le mordisqueara los pezones, haciendo que se endurecieran bajo sus caricias.  John aumento el ritmo bombeando dentro de su mano impulsándose con las caderas. Su polla se estaba preparando para estallar; sus testículos se comprimieron hasta ponerse duros como puños, la parte baja de su espalda se aqueo mientras movía la mano arriba y abajo sobre la húmeda vara. Su mente proyecto imágenes de Kihara encima de el, cabalgando desenfrenadamente. Oh, si… aquí viene… la tensión en sus testículos creció como si fuera un cable retorcido y sus caderas se balancearon incontrolablemente y comenzó a eyacular. Tuvo que morderse el labio para no gritar y alertar a la hermandad. El orgasmo siguió y siguió mientras fantaseaba acerca de ellos dos haciéndolo como si fuera la primera vez, salvaje y duro. Mientras las imágenes se desplegaban en su cerebro, su cuerpo no dejaba de eyacular. Podía seguir haciéndolo durante diez minutos seguidos, literalmente, hasta que quedaba exhausto de aguantar su cuerpo contra las resbaladizas lozas de la ducha.

Cuando finalmente termino su orgasmo, se apoyo contra la pared jadeando. No podía esperar a ser un hermano para por fin poder hacer todas sus fantasías realidad con la mujer de sus sueños.
 

El viaje en coche lo hicieron en silencio. Qhuinn conducía hacia la dirección que ella le había dado, mientras ella se quedo con John en el asiento trasero. John se aferraba a su mano pero se negaba a mirarla. Ella quería tirar de su brazo, girarle la cara hacia ella, gritarle...algo. Algo que provocara una reacción, pero no se atrevía, ya que la tensión dentro del Hummer se podía cortar. Mas de media hora mas tarde pararon delante de su casa y Kihara tuvo el impulso de patalear y rogarle a John que la llevase de vuelta con el. John se bajo del Hummer sin soltarla, ayudándola a bajarse. Llevando su mochila en una mano, y a ella en la otra, la acompaño hasta la puerta, ya que dada la hora que era, todo estaba a oscuras. John se volvió hacia ella.

- JM  que...

El sonrío tristemente.

- ¿Sabes que eres la única que me llama así, pequeña?
- Ah... lo siento.
- No. No lo sientas. Me gusta, es como más personal, mas intimo. Es algo solo tuyo.
- Bueno, pues entonces siempre te llamare así. JM.

El se acercó a ella y le acaricio el pelo para seguidamente darle un beso en la frente.

- Adiós nalla.
- ¿Volveré a verte?
- Si, algún día. Pero no pasa nada, hasta entonces, no te vas a acordar de mí.
-¿Qué? ¡No!, No puedes hacerme eso.
- Tengo que hacerlo.
- ¿Por qué? - la voz entrecortada de Kihara mostraba lo cerca que estaba del llanto.
 
John se acercó a ella y la besó suavemente.

- Algún día volveré a buscarte, nalla, pero hasta entonces, cuídate mucho ¿vale?

John la apretó contra el y la beso con pasión. Kihara podía oler el olor personal de John Matthew con intensidad, pero cuando abrió los ojos estaba sola. Kihara miró a su alrededor y al final de la calle vio un Hummer doblando la esquina. ¿Qué demonios...?

Kihara se toco los labios que tenía hinchados y miró en la dirección en la que había desaparecido el Hummer. No sabía porque, pero sabía que ese Hummer, llevaba su corazón.
 

Kihara despertó de golpe y arrancó a llorar. ¿Donde estas JM?

 

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