- John, piensa. ¡No puedes hacer
esto!
John Matthew caminaba hacia el
Hummer con Kihara en brazos. Qhuinn corría detrás intentando detenerle,
mientras Blay se quedaba atrás vigilando la entrada del instituto.
- Dame las llaves.
- John…- Dame. Las. Llaves.
- Estas cometiendo un error tío.
John lo miró, y su olor se hizo más
fuerte. La sorpresa quedo reflejada en la cara de su amigo.
- Es mía.
Con cuidado John la metió en el
asiento trasero. Había tenido que recurrir a su lado vampírico y dormirla para
poder llevársela con él, así que hasta dentro de un buen rato, no despertaría.
Antes de que John se pudiera subir al coche, Qhuinn lo agarró del brazo.
- Estamos en medio de una misión. No
puedes abandonar así a los hermanos.
John casi parecía culpable. Casi.
- Lo siento no… no puedo dejarla
escapar.
- Que te jodan John. ¿Que se supone
que le tengo que decir a V cuando me pregunte por ti?- Que me he tenido que ir a casa.
Qhuinn entrecerró los ojos.
- ¿A dónde la llevas John?
- A la mansión. - ¿Estás loco? ¡Wrath está allí! Que piensas decirle, ¿qué te la has encontrado y vas a quedártela como recuerdo?
- Wrath no lo va a saber…
Qhuinn agarró la cabeza de John con
las dos manos y se acercó hasta estar casi frente con frente.
- Estas cometiendo un error.
John le sonrió a su amigo.
- No Qhuinn. Por primera vez en mi
vida, estoy haciendo las cosas bien.
Blay vio a Qhuinn acercarse a John y
sintió una punzada de celos. No lo podía remediar, amaba a Qhuinn y le dolía
que la amistad que un día tuvieron, ya no existiera. Jamás volvería a sentir la
cercanía de Qhuinn porque, lo que con John parecía un abrazo entre amigos,
sería una cosa completamente distinta con él. Observo como el Hummer se
marchaba y Qhuinn volvió a su lugar. El silencio se hizo tan incómodo como
siempre que se quedaban solos, ninguno sabiendo que decir. Al cabo de un rato,
Qhuinn hablo, sin mirarle
- Se la lleva a la mansión.
- ¿Qué?
Qhuinn puso una mueca burlona al ver
la cara de su mejor amigo.
- Sip, esa misma cara puse yo.
- Pero ¿por qué has dejado que se
vaya? ¡Qué coño te pasa!
Desviando la mirada y levantando los
hombros en señal de resignación, Qhuinn le respondió,
- Ella es suya.
- Pero…- ¡Oh venga ya Blay! Tú también lo has olido cuando ha salido de ahí. Quiere marcarla, hacerla suya para siempre. ¿Quién coño soy yo para detener algo así?
Blay se quedó callado, sabía
demasiado bien lo que debía sentir su amigo por esa chica. Él lo sentía todos
los días por Qhuinn.
- ¿Qué crees que pasara si Wrath se
entera? ¿O cualquiera de los hermanos?
Por primera vez en mucho tiempo,
Qhuinn lo miró directamente a los ojos.
- No lo sé Blay. Realmente no lo sé.
El anti que estaba tirado en el
suelo desangrándose, no decía nada y a Vishous se le estaba acabando la
paciencia. Llevaban más de una hora en el instituto y lo único que tenían eran
algunos nombres de alumnos. Lo que les ayudaba en absolutamente….nada.
- Butch, avisa a los chicos que
vayan borrando las memorias. Que nadie se acuerde de que nos han visto. Esto
solo ha sido un simulacro más, ¿verdad?
Butch asintió y salió de la oficina
del director.
- ¿Qué hacemos con él?
Quitándose el guante, V miró a Rhage,
- Ya me encargo yo.
La mano de Vishous no solo servía
para curar. Con humanos podía hacer mucho daño si así lo quería, y eso era lo
que planeaba hacer
- Digamos que el pobre Director Stan
va a sufrir un pequeño ataque al corazón.
Una breve chispa de terror apareció
en los ojos del anti, justo antes de que la mano de Vishous se cerrara sobre la
suya, causándole la muerte. Dejándolo todo en la oficina tal y como estaba,
bueno… aparte del escritorio que se había hecho añicos y el ordenador que se
llevaban, V y Rhage se dirigieron a la entrada. Butch los interceptó por el
camino antes de que llegaran.
- John no está.
- ¿Como que no está?
Butch carraspeo y se rascó la parte
trasera de la cabeza.
- Parece ser que se ha ido y se ha
llevado el Hummer, pero los chicos no hablan.
- ¡Y una mierda! ¿Dónde están ahora?- Borrando las memorias de los alumnos como ordenaste.
- Bien. Cuando terminen, que vayan a la mansión. Tenemos que encontrar a John Matthew.
Kihara despertó lentamente, pero sin
abrir los ojos aun. Le encantaba hacerse consciente de su alrededor lentamente.
Medio dormida se agarró a su almohada e inhalo profundamente. Conocía ese olor
pero ahora mismo no lo lograba identificar… levantándose de golpe, abrió los
ojos y miró a su alrededor. Definitivamente esta no era su habitación.
- Por fin te has despertado.
La voz profunda de John Matthew le
causo pequeños escalofríos de placer. Sin embargo, disimuló haciendo como que
tenía frio.
- ¿Dónde estoy?
- En mi habitación
John la miraba intensamente.
- ¿Por qué?
John desvió la mirada y no le
contestó. Se levantó de la silla en la que había estado sentado y cogiendo una
bandeja del escritorio, se acercó a la cama. Con cuidado la deposito al lado de
Kihara, que observaba cada movimiento que hacía.
- Come algo. Te he traído un poco de
todo. No sabía que comida te gustaba.
- ¿Por qué estoy aquí?
John suspiro y la miró.
- Come primero y luego hablamos.
- No quiero comer. Respóndeme.- Kihara…
- No quiero tu asquerosa comida ¿vale? ¡Quiero saber por qué estoy aquí!
John dio gracias mentalmente por las
paredes insonoras por que Kihara estaba gritando. Ella cogía lo que podía de la
bandeja con comida y se lo iba tirando mientras se levantaba.
- ¿Por qué estoy aquí? Llévame a mi
casa. ¡Ahora!
John esquivaba los bollos, donuts y
trozos de fruta lo mejor que podía, mientras la dejaba desahogarse. Estaba
asustada y ahora mismo lo odiaba.
- ¿Crees que mis padres no se darán
cuenta? ¿O mis amigos? ¿O los profes del insti?
- Kihara para, suelta esa magda…
Se agacho para esquivar la magdalena
casera de Fritz y vio como cogía un plátano para lanzárselo.
- …déjame explicártelo.
- ¡Y una mierda! ¡Llévame a mi casa
ya!
Kihara no tuvo tiempo de parpadear.
John Matthew se acercó a ella en menos de un segundo y la acorralo contra la
pared. Simplemente la miraba mientras Kihara intentaba calmar su respiración
agitada y se daba cuenta de varias cosas a la vez. Él tenía agarradas sus
muñecas por encima de su cabeza y le acariciaba lentamente con los pulgares. En
esta posición, su escote era más pronunciado y sus pechos estaban aplastados
contra el amplio torso musculado de John. Tenía su cara tan cerca que Kihara no
podía quitar los ojos de esos labios tan carnosos que la estaban tentando, y
podía sentir su aliento acariciándola, causándole nuevamente escalofríos de
placer. Ese delicioso olor especiado emanaba de él más fuerte que cuando
estaban en el instituto. Sin embargo, lo más destacado, y lo que estaba
volviendo loca a Kihara, era que John estaba excitado. Muy excitado. --
John no sabía qué era lo que tenía
Kihara, pero desde que la había conocido, su erección no había disminuido.
Jamás había tenido una reacción tan fuerte con ninguna mujer, y se estaba
volviendo loco por el deseo que tenia de marcarla como suya. Sabía que al
tenerla tan cerca, ella podría oler su aroma de vinculación perfectamente, pero
no era algo que él pudiera controlar. La deseaba. Mucho. Los ojos almendrados
de Kihara lo tenían cautivo y en vez de ámbar, parecían casi dorados. John vio
como ella salía del trance en el que habían caído momentáneamente, pero nada lo
había preparado para su reacción.
La patada en su ya dolorosa
entrepierna lo pilló
desprevenido, doblándolo por la mitad del dolor, y dándole a Kihara la
oportunidad de soltarse y correr hacia la puerta intentando abrirla.
Afortunadamente John la había bloqueado con su mente, por lo que Kihara no
logro su objetivo.
- ¡Ayuda!
Kihara aporreaba la puerta con todas
sus fuerzas mientras John intentaba recuperar la respiración.
- ¡Ayuda! ¡Que me tiene encerrada!
- Kihara…
Ella miró a John por encima del
hombro sin dejar de aporrear la puerta. Le debía haber dado más fuerte de lo
que pretendía porque su voz sonaba demasiado débil. Pero no podía sentir
lastima.
- Socorr…
- ¡Joder tranquilízate!
La voz autoritaria de John la detuvo
en seco.
- No te voy a hacer daño. Jamás te
haría daño.
Lentamente Kihara se dio la vuelta
hacia él.
- Me estás haciendo daño al tenerme
aquí encerrada. Mi familia…
- Todos saben que estas bien.
Era obvio por la mirada de Kihara
que no lo creía.
- Use tu móvil para mandarles
mensajes a tus padres y a tu amiga Lucia.
- Entonces, ¿nadie sabe que estoy
aquí?
No parecía asustada, simplemente
resignada, y John sintió remordimientos.
-Bien hecho, capullo-
- Yo… yo te cuidare bien. Confía en
mí por favor.
Kihara se sentó en la cama y comenzó
a recoger los restos de comida a su alrededor. John se arrodillo delante de
ella y le cogió las manos.
- Déjalo, ya lo recojo yo todo.
Déjame cuidarte ¿vale nalla?
Kihara asintió, pero John dudaba de
que la Kihara fiera que había visto hacia unos momentos, hubiese dicho la
última palabra. Tendría que estar preparado para lo que viniera.
- Voy a por más comida. Tienes que
estar hambrienta.
De nuevo Kihara asintió. Levantándose
lentamente, John se acercó a ella y le dio un beso en la cabeza.
- Ahora mismo vuelvo.
- ¡Ahí estas pedazo de mierda!
Vishous se acercaba a John a grandes
zancadas.
- ¡En qué demonios estabas pensando!
Nunca. Jamás. Se abandona. A la hermandad. ¡Nunca!
Vishous tenía a John agarrado por la
camisa y estaba furioso. Blay y Qhuinn se posicionaron detrás de su hermano,
pero no intervinieron.
- Jamás puedes abandonar a tus
hermanos en medio de una misión. ¡Jamás!
John aguanto y no se intentó
separar.
- Tuve que irme.
- ¡Y una mierda!- V, suéltalo.
La voz autoritaria de Tohr
interrumpió a Vishous, pero este no hizo caso.
- Vishous, suelta a John Matthew. Ahora.
La orden del rey si hizo reaccionar
al hermano que soltó a John de un empujón. Blay y Qhuinn evitaron que se cayera
al suelo.
Wrath se acercó a John Matthew y le
puso una mano en el hombro, ejerciendo algo de presión.
- John, hijo, seguro que tienes tus
razones para hacer lo que has hecho. Pero la próxima vez que abandones a la
hermandad en una misión, por muy poco arriesgada que parezca, te saco de aquí a
patadas. Eso quiere decir que jamás volverás a tener la oportunidad de estar
con los hermanos y posiblemente convertirle en uno de nosotros, ¿ha quedado
claro?
- Sí señor.- Buen chico. Venga, tranquilizaros todos. V, olvídate del tema, John no cometerá el mismo error de nuevo.
John se acercó a Vishous y le tendió
la mano.
- Te ofrezco un rythe, por
haberte ofendido. Sé que eso solo se hace entre hermanos pero…
Vishous le cogió la mano y se acercó
a él para darle un abrazo.
- Nah no te preocupes. Aunque fueras
un hermano, el sitio donde te puedes meter tu rythe sería el mismo. Pero
no nos vas a joder más así ¿verdad?
- Verdad V. Absolutamente verdad.
Kihara llevaba cinco minutos
intentando abrir la puerta sin suerte y se estaba desesperando. La situación la
recordaba a la historia de Vishous y Jane, pero dudaba mucho que John Matthew
la quisiera convertir en su Shellan, total, si hasta el mismo decía que
no había que creer todo lo que se leía… Quizás la doctora Jane ni siquiera
existía, ya que no parecía tampoco existir ninguna Xhex. Camino por la
habitación con cuidado de no pisar los restos de comida y su pensamiento la
llevo a recordad los besos que John le había dado. John parecía tan salvaje,
tan puramente sexual y sin embargo, con ella había sido tierno y dulce – pero
que estás diciendo, ¡sal de aquí tonta! – Como loca empezó a rebuscar en
los cajones del escritorio. Si tan solo pudiera encontrar algo con lo que abrir
la puerta… Por fin al fondo de uno de los cajones, encontró una llave.
Intentado escuchar por si John volvía, metió la llave en la cerradura y rezo.
Un suave clic la hizo soltar un suspiro de alivio y con cuidado se asomó a un
pasillo que parecía interminable en ambas direcciones. No se escuchaba nada así
que se aventuró hacia la izquierda. Mirando las estatuas enormes que decoraban
el amplio pasillo, Kihara intentaba escuchar detrás de las puertas por si
alguna la llevaba hacia la salida. No se atrevía a abrir ninguna, por si acaso.
Cuando escucho algo de ruido proveniente de un poco más adelante, contuvo la
respiración. La persona que apareció a la cabeza de las escaleras, parecía
sacado de una película de terror. Era altísimo, llevaba el pelo negro muy largo
e iba vestido completamente de cuero, igual que los que habían aparecido en el
instituto. –Este debe de ser Wrath- pensó. De perfil mostraba una cara
hostil y cuando giro la cara hacia ella y mostro los colmillos, Kihara grito
con todas sus fuerzas.
- ¿Quién eres y que haces en mi
casa?
Kihara había perdido la voz y veía
como el hombre – No, vampiro- se acercaba con pasos deliberadamente
lentos – Donde estaba John?
- Quien. Eres.
- Kihara- Al escuchar el
grito todos los hermanos se pusieron el alerta, pero solo John sabia de quien
se trataba y llego el primero. Apareciendo por detrás de Wrath se acercó a ella
y la abrazo fuertemente.
- ¿Estás bien nalla?
Kihara comenzó asintiendo pero
termino negando fuertemente. John miró al rey.
- Es mía.
Los demás que se habían quedado
detrás del rey, miraban la escena estupefactos.
- John, será mejor que te expliques.
Ahora.
- De acuerdo. Pero ella se queda en
mi habitación.
Wrath asintió.
- Por ahora.
John acompaño a Kihara a su
habitación y cogió la llave que ella había usado para salir.
- Eres una chica lista.
- JM, ¿Qué va a pasar ahora? Estas
metido en un lio ¿verdad?
John le dedico una sonrisa triste.
- Que va, no me pasara nada. Pero
creo que tu deseo de volver a casa, está a punto de cumplirse.
Cerrando la puerta, Kihara lo
detuvo.
- ¡John!
- Dime.- Xhex… ¿Xhex no existe verdad?
- ¿Qué? Ah, te refieres a los libros.
Sonrió abiertamente.
- Bueno, Xhex sí que existe, pero ya
te he dicho que no…
- …me crea todo lo que leo. Lo sé.- John, mueve el trasero. ¡Ahora!
La voz de Wrath recorría el pasillo
como un trueno.
- Me tengo que ir.
- ¡Espera!
John dudo un instante y Kihara
aprovecho el momento para lanzarse a sus brazos a aplastar sus labios contra
los de él. No había dulzura, no había ternura. Esta vez era solo un hombre
poseyendo a su mujer. Reclamándola con sus besos y arrancándole gemidos de puro
placer. Su lengua exploraba todos los rincones de su boca y aun así, ella
deseaba más.
Con desgana, John se separó de ella
y a los dos les faltaba el aliento.
- Tengo que irme. No te preocupes
por mi ¿vale?
Secándole una lagrima con un beso en
la mejilla, John se marchó.
- ¿En que estabas pensando John?
Debería sacarte de aquí a patadas como te dije hace un momento que no haría.
Nos has puesto a todos en peligro.
- Wrath…
Nuevamente Tohr intento intervenir
por John.
- No Tohr, esta vez no. John, ¿qué
tienes que decir?
El aroma de vinculación que salió de
sus poros lo decía todo.
- ¡No es posible!
Los murmullos de sorpresa de todos
los hermanos, no tardaron en llegar. Todos sabían lo que pasaba cuando un macho
quería marcar a una hembra, pero ninguno lo había vivido aun.
- No es algo que pueda remediar,
simplemente ha pasado.
- No puede ser hijo. Ella es humana.
Con toda esta situación de los antivamps, no podemos arriesgar
mezclarnos con humanos.
La severidad que antes mostraba
Wrath, ahora era incredulidad e incluso comprensión.
- No la dejaré.
- No tienes otra opción. Soy tu rey,
y como tal me respetarás. - ¡No!
- John, escúchame bien. No puedes tener una relación con una humana y menos con una chica que estaba en el instituto que estamos investigando. Así que te diré lo que vas a hacer. La vas a llevar a su casa, le vas a borrar la memoria y después de eso vas a volver aquí y no volverás a verla nunca más. ¿Me has entendido?
John se acercó al rey para
enfrentarse a él, pero Blay y Qhuinn lo detuvieron.
- No hagas que me arrepienta de
dejar que te quedes muchacho. Harás lo que te he ordenado por el bien de la
hermandad y de nuestra raza, o te puedes olvidar de convertirte algún día en
hermano. Ahora, ¿me has entendido?
Demasiado furioso para hablar, John
asintió.
- Blay, Qhuinn. Quiero que os
aseguréis de que mi orden se cumpla al pie de la letra.
- Sí señor.
Kihara estaba en la cama, impaciente
por que John llegara ya. Estaba preocupada por él, y tenía miedo de que ese
vampiro – ¿Wrath? – le hiciera daño. Después de un rato que a ella le
pareció eterno, John entro en la habitación y sin mirarla cogió su mochila.
Qhuinn y Blay estaban en la puerta esperando.
- ¿JM?
El cerró los ojos y no la miró
cuando los volvió a abrir.
- Vámonos nalla, te llevo a
casa.
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