jueves, 6 de junio de 2013

Lover Recalled - Capítulo 3


- John, piensa. ¡No puedes hacer esto!

John Matthew caminaba hacia el Hummer con Kihara en brazos. Qhuinn corría detrás intentando detenerle, mientras Blay se quedaba atrás vigilando la entrada del instituto.

- Dame las llaves.
- John…
- Dame. Las. Llaves.
- Estas cometiendo un error tío.

John lo miró, y su olor se hizo más fuerte. La sorpresa quedo reflejada en la cara de su amigo.

- Es mía.

Con cuidado John la metió en el asiento trasero. Había tenido que recurrir a su lado vampírico y dormirla para poder llevársela con él, así que hasta dentro de un buen rato, no despertaría. Antes de que John se pudiera subir al coche, Qhuinn lo agarró del brazo.

- Estamos en medio de una misión. No puedes abandonar así a los hermanos.

John casi parecía culpable. Casi.

- Lo siento no… no puedo dejarla escapar.
- Que te jodan John. ¿Que se supone que le tengo que decir a V cuando me pregunte por ti?
- Que me he tenido que ir a casa.

Qhuinn entrecerró los ojos.

- ¿A dónde la llevas John?
- A la mansión.
- ¿Estás loco? ¡Wrath está allí! Que piensas decirle, ¿qué te la has encontrado y vas a quedártela como recuerdo?
- Wrath no lo va a saber…

Qhuinn agarró la cabeza de John con las dos manos y se acercó hasta estar casi frente con frente.

- Estas cometiendo un error.

John le sonrió a su amigo.

- No Qhuinn. Por primera vez en mi vida, estoy haciendo las cosas bien.


Blay vio a Qhuinn acercarse a John y sintió una punzada de celos. No lo podía remediar, amaba a Qhuinn y le dolía que la amistad que un día tuvieron, ya no existiera. Jamás volvería a sentir la cercanía de Qhuinn porque, lo que con John parecía un abrazo entre amigos, sería una cosa completamente distinta con él. Observo como el Hummer se marchaba y Qhuinn volvió a su lugar. El silencio se hizo tan incómodo como siempre que se quedaban solos, ninguno sabiendo que decir. Al cabo de un rato, Qhuinn hablo, sin mirarle

- Se la lleva a la mansión.
- ¿Qué?

Qhuinn puso una mueca burlona al ver la cara de su mejor amigo.

- Sip, esa misma cara puse yo.
- Pero ¿por qué has dejado que se vaya? ¡Qué coño te pasa!

Desviando la mirada y levantando los hombros en señal de resignación, Qhuinn le respondió,

- Ella es suya.
- Pero…
- ¡Oh venga ya Blay! Tú también lo has olido cuando ha salido de ahí. Quiere marcarla, hacerla suya para siempre. ¿Quién coño soy yo para detener algo así?

Blay se quedó callado, sabía demasiado bien lo que debía sentir su amigo por esa chica. Él lo sentía todos los días por Qhuinn.

- ¿Qué crees que pasara si Wrath se entera? ¿O cualquiera de los hermanos?

Por primera vez en mucho tiempo, Qhuinn lo miró directamente a los ojos.

- No lo sé Blay. Realmente no lo sé.
 

El anti que estaba tirado en el suelo desangrándose, no decía nada y a Vishous se le estaba acabando la paciencia. Llevaban más de una hora en el instituto y lo único que tenían eran algunos nombres de alumnos. Lo que les ayudaba en absolutamente….nada.

- Butch, avisa a los chicos que vayan borrando las memorias. Que nadie se acuerde de que nos han visto. Esto solo ha sido un simulacro más, ¿verdad?

Butch asintió y salió de la oficina del director.

- ¿Qué hacemos con él?

Quitándose el guante, V miró a Rhage,

- Ya me encargo yo.

La mano de Vishous no solo servía para curar. Con humanos podía hacer mucho daño si así lo quería, y eso era lo que planeaba hacer

- Digamos que el pobre Director Stan va a sufrir un pequeño ataque al corazón.

Una breve chispa de terror apareció en los ojos del anti, justo antes de que la mano de Vishous se cerrara sobre la suya, causándole la muerte. Dejándolo todo en la oficina tal y como estaba, bueno… aparte del escritorio que se había hecho añicos y el ordenador que se llevaban, V y Rhage se dirigieron a la entrada. Butch los interceptó por el camino antes de que llegaran.

- John no está.
- ¿Como que no está?

Butch carraspeo y se rascó la parte trasera de la cabeza.

- Parece ser que se ha ido y se ha llevado el Hummer, pero los chicos no hablan.
- ¡Y una mierda! ¿Dónde están ahora?
- Borrando las memorias de los alumnos como ordenaste.
- Bien. Cuando terminen, que vayan a la mansión. Tenemos que encontrar a John Matthew.
 

Kihara despertó lentamente, pero sin abrir los ojos aun. Le encantaba hacerse consciente de su alrededor lentamente. Medio dormida se agarró a su almohada e inhalo profundamente. Conocía ese olor pero ahora mismo no lo lograba identificar… levantándose de golpe, abrió los ojos y miró a su alrededor. Definitivamente esta no era su habitación.

- Por fin te has despertado.

La voz profunda de John Matthew le causo pequeños escalofríos de placer. Sin embargo, disimuló haciendo como que tenía frio.

- ¿Dónde estoy?
- En mi habitación

John la miraba intensamente.

- ¿Por qué?

John desvió la mirada y no le contestó. Se levantó de la silla en la que había estado sentado y cogiendo una bandeja del escritorio, se acercó a la cama. Con cuidado la deposito al lado de Kihara, que observaba cada movimiento que hacía.

- Come algo. Te he traído un poco de todo. No sabía que comida te gustaba.
- ¿Por qué estoy aquí?

John suspiro y la miró.

- Come primero y luego hablamos.
- No quiero comer. Respóndeme.
- Kihara…
- No quiero tu asquerosa comida ¿vale? ¡Quiero saber por qué estoy aquí!


John dio gracias mentalmente por las paredes insonoras por que Kihara estaba gritando. Ella cogía lo que podía de la bandeja con comida y se lo iba tirando mientras se levantaba.

- ¿Por qué estoy aquí? Llévame a mi casa. ¡Ahora!

John esquivaba los bollos, donuts y trozos de fruta lo mejor que podía, mientras la dejaba desahogarse. Estaba asustada y ahora mismo lo odiaba.

- ¿Crees que mis padres no se darán cuenta? ¿O mis amigos? ¿O los profes del insti?
- Kihara para, suelta esa magda…

Se agacho para esquivar la magdalena casera de Fritz y vio como cogía un plátano para lanzárselo.

- …déjame explicártelo.
- ¡Y una mierda! ¡Llévame a mi casa ya!

Kihara no tuvo tiempo de parpadear. John Matthew se acercó a ella en menos de un segundo y la acorralo contra la pared. Simplemente la miraba mientras Kihara intentaba calmar su respiración agitada y se daba cuenta de varias cosas a la vez. Él tenía agarradas sus muñecas por encima de su cabeza y le acariciaba lentamente con los pulgares. En esta posición, su escote era más pronunciado y sus pechos estaban aplastados contra el amplio torso musculado de John. Tenía su cara tan cerca que Kihara no podía quitar los ojos de esos labios tan carnosos que la estaban tentando, y podía sentir su aliento acariciándola, causándole nuevamente escalofríos de placer. Ese delicioso olor especiado emanaba de él más fuerte que cuando estaban en el instituto. Sin embargo, lo más destacado, y lo que estaba volviendo loca a Kihara, era que John estaba excitado. Muy excitado. --

John no sabía qué era lo que tenía Kihara, pero desde que la había conocido, su erección no había disminuido. Jamás había tenido una reacción tan fuerte con ninguna mujer, y se estaba volviendo loco por el deseo que tenia de marcarla como suya. Sabía que al tenerla tan cerca, ella podría oler su aroma de vinculación perfectamente, pero no era algo que él pudiera controlar. La deseaba. Mucho. Los ojos almendrados de Kihara lo tenían cautivo y en vez de ámbar, parecían casi dorados. John vio como ella salía del trance en el que habían caído momentáneamente, pero nada lo había preparado para su reacción.

La patada en su ya dolorosa entrepierna lo pilló desprevenido, doblándolo por la mitad del dolor, y dándole a Kihara la oportunidad de soltarse y correr hacia la puerta intentando abrirla. Afortunadamente John la había bloqueado con su mente, por lo que Kihara no logro su objetivo.

- ¡Ayuda!

Kihara aporreaba la puerta con todas sus fuerzas mientras John intentaba recuperar la respiración.

- ¡Ayuda! ¡Que me tiene encerrada!
- Kihara…

Ella miró a John por encima del hombro sin dejar de aporrear la puerta. Le debía haber dado más fuerte de lo que pretendía porque su voz sonaba demasiado débil. Pero no podía sentir lastima.

- Socorr…
- ¡Joder tranquilízate!

La voz autoritaria de John la detuvo en seco.

- No te voy a hacer daño. Jamás te haría daño.

Lentamente Kihara se dio la vuelta hacia él.

- Me estás haciendo daño al tenerme aquí encerrada. Mi familia…
- Todos saben que estas bien.

Era obvio por la mirada de Kihara que no lo creía.

- Use tu móvil para mandarles mensajes a tus padres y a tu amiga Lucia.
- Entonces, ¿nadie sabe que estoy aquí?

No parecía asustada, simplemente resignada, y John sintió remordimientos.

-Bien hecho, capullo-

- Yo… yo te cuidare bien. Confía en mí por favor.

Kihara se sentó en la cama y comenzó a recoger los restos de comida a su alrededor. John se arrodillo delante de ella y le cogió las manos.

- Déjalo, ya lo recojo yo todo. Déjame cuidarte ¿vale nalla?

Kihara asintió, pero John dudaba de que la Kihara fiera que había visto hacia unos momentos, hubiese dicho la última palabra. Tendría que estar preparado para lo que viniera.

- Voy a por más comida. Tienes que estar hambrienta.

De nuevo Kihara asintió. Levantándose lentamente, John se acercó a ella y le dio un beso en la cabeza.

- Ahora mismo vuelvo.

 
John entro en el vestíbulo y sintió todas las miradas sobre él. Wrath y Vishous estaban en el centro y parecían estar discutiendo algo.

- ¡Ahí estas pedazo de mierda!

Vishous se acercaba a John a grandes zancadas.

- ¡En qué demonios estabas pensando! Nunca. Jamás. Se abandona. A la hermandad. ¡Nunca!

Vishous tenía a John agarrado por la camisa y estaba furioso. Blay y Qhuinn se posicionaron detrás de su hermano, pero no intervinieron.

- Jamás puedes abandonar a tus hermanos en medio de una misión. ¡Jamás!

John aguanto y no se intentó separar.

- Tuve que irme.
- ¡Y una mierda!
- V, suéltalo.

La voz autoritaria de Tohr interrumpió a Vishous, pero este no hizo caso.

- Vishous, suelta a John Matthew. Ahora.

La orden del rey si hizo reaccionar al hermano que soltó a John de un empujón. Blay y Qhuinn evitaron que se cayera al suelo.

Wrath se acercó a John Matthew y le puso una mano en el hombro, ejerciendo algo de presión.

- John, hijo, seguro que tienes tus razones para hacer lo que has hecho. Pero la próxima vez que abandones a la hermandad en una misión, por muy poco arriesgada que parezca, te saco de aquí a patadas. Eso quiere decir que jamás volverás a tener la oportunidad de estar con los hermanos y posiblemente convertirle en uno de nosotros, ¿ha quedado claro?
- Sí señor.
- Buen chico. Venga, tranquilizaros todos. V, olvídate del tema, John no cometerá el mismo error de nuevo.

John se acercó a Vishous y le tendió la mano.

- Te ofrezco un rythe, por haberte ofendido. Sé que eso solo se hace entre hermanos pero…

Vishous le cogió la mano y se acercó a él para darle un abrazo.

- Nah no te preocupes. Aunque fueras un hermano, el sitio donde te puedes meter tu rythe sería el mismo. Pero no nos vas a joder más así ¿verdad?
- Verdad V. Absolutamente verdad.


Kihara llevaba cinco minutos intentando abrir la puerta sin suerte y se estaba desesperando. La situación la recordaba a la historia de Vishous y Jane, pero dudaba mucho que John Matthew la quisiera convertir en su Shellan, total, si hasta el mismo decía que no había que creer todo lo que se leía… Quizás la doctora Jane ni siquiera existía, ya que no parecía tampoco existir ninguna Xhex. Camino por la habitación con cuidado de no pisar los restos de comida y su pensamiento la llevo a recordad los besos que John le había dado. John parecía tan salvaje, tan puramente sexual y sin embargo, con ella había sido tierno y dulce – pero que estás diciendo, ¡sal de aquí tonta! – Como loca empezó a rebuscar en los cajones del escritorio. Si tan solo pudiera encontrar algo con lo que abrir la puerta… Por fin al fondo de uno de los cajones, encontró una llave. Intentado escuchar por si John volvía, metió la llave en la cerradura y rezo. Un suave clic la hizo soltar un suspiro de alivio y con cuidado se asomó a un pasillo que parecía interminable en ambas direcciones. No se escuchaba nada así que se aventuró hacia la izquierda. Mirando las estatuas enormes que decoraban el amplio pasillo, Kihara intentaba escuchar detrás de las puertas por si alguna la llevaba hacia la salida. No se atrevía a abrir ninguna, por si acaso. Cuando escucho algo de ruido proveniente de un poco más adelante, contuvo la respiración. La persona que apareció a la cabeza de las escaleras, parecía sacado de una película de terror. Era altísimo, llevaba el pelo negro muy largo e iba vestido completamente de cuero, igual que los que habían aparecido en el instituto. –Este debe de ser Wrath- pensó. De perfil mostraba una cara hostil y cuando giro la cara hacia ella y mostro los colmillos, Kihara grito con todas sus fuerzas.

- ¿Quién eres y que haces en mi casa?

Kihara había perdido la voz y veía como el hombre – No, vampiro- se acercaba con pasos deliberadamente lentos – Donde estaba John?

- Quien. Eres.
 

- Kihara- Al escuchar el grito todos los hermanos se pusieron el alerta, pero solo John sabia de quien se trataba y llego el primero. Apareciendo por detrás de Wrath se acercó a ella y la abrazo fuertemente. 

- ¿Estás bien nalla?

Kihara comenzó asintiendo pero termino negando fuertemente. John miró al rey.

- Es mía.

Los demás que se habían quedado detrás del rey, miraban la escena estupefactos.

- John, será mejor que te expliques. Ahora.
- De acuerdo. Pero ella se queda en mi habitación.

Wrath asintió.

- Por ahora.

John acompaño a Kihara a su habitación y cogió la llave que ella había usado para salir.

- Eres una chica lista.
- JM, ¿Qué va a pasar ahora? Estas metido en un lio ¿verdad?

John le dedico una sonrisa triste.

- Que va, no me pasara nada. Pero creo que tu deseo de volver a casa, está a punto de cumplirse.

Cerrando la puerta, Kihara lo detuvo.

- ¡John!
- Dime.
- Xhex… ¿Xhex no existe verdad?
- ¿Qué? Ah, te refieres a los libros.

Sonrió abiertamente.

- Bueno, Xhex sí que existe, pero ya te he dicho que no…
- …me crea todo lo que leo. Lo sé.
- John, mueve el trasero. ¡Ahora!

La voz de Wrath recorría el pasillo como un trueno.

- Me tengo que ir.
- ¡Espera!

John dudo un instante y Kihara aprovecho el momento para lanzarse a sus brazos a aplastar sus labios contra los de él. No había dulzura, no había ternura. Esta vez era solo un hombre poseyendo a su mujer. Reclamándola con sus besos y arrancándole gemidos de puro placer. Su lengua exploraba todos los rincones de su boca y aun así, ella deseaba más.

Con desgana, John se separó de ella y a los dos les faltaba el aliento.

- Tengo que irme. No te preocupes por mi ¿vale?

Secándole una lagrima con un beso en la mejilla, John se marchó.

- ¿En que estabas pensando John? Debería sacarte de aquí a patadas como te dije hace un momento que no haría. Nos has puesto a todos en peligro.

- Wrath…

Nuevamente Tohr intento intervenir por John.

- No Tohr, esta vez no. John, ¿qué tienes que decir?

El aroma de vinculación que salió de sus poros lo decía todo.

- ¡No es posible!

Los murmullos de sorpresa de todos los hermanos, no tardaron en llegar. Todos sabían lo que pasaba cuando un macho quería marcar a una hembra, pero ninguno lo había vivido aun.

- No es algo que pueda remediar, simplemente ha pasado.
- No puede ser hijo. Ella es humana. Con toda esta situación de los antivamps, no podemos arriesgar mezclarnos con humanos.

La severidad que antes mostraba Wrath, ahora era incredulidad e incluso comprensión.

- No la dejaré.
- No tienes otra opción. Soy tu rey, y como tal me respetarás.
- ¡No!
- John, escúchame bien. No puedes tener una relación con una humana y menos con una chica que estaba en el instituto que estamos investigando. Así que te diré lo que vas a hacer. La vas a llevar a su casa, le vas a borrar la memoria y después de eso vas a volver aquí y no volverás a verla nunca más. ¿Me has entendido?

John se acercó al rey para enfrentarse a él, pero Blay y Qhuinn lo detuvieron.

- No hagas que me arrepienta de dejar que te quedes muchacho. Harás lo que te he ordenado por el bien de la hermandad y de nuestra raza, o te puedes olvidar de convertirte algún día en hermano. Ahora, ¿me has entendido?

Demasiado furioso para hablar, John asintió.

- Blay, Qhuinn. Quiero que os aseguréis de que mi orden se cumpla al pie de la letra.
- Sí señor.

Kihara estaba en la cama, impaciente por que John llegara ya. Estaba preocupada por él, y tenía miedo de que ese vampiro – ¿Wrath? – le hiciera daño. Después de un rato que a ella le pareció eterno, John entro en la habitación y sin mirarla cogió su mochila. Qhuinn y Blay estaban en la puerta esperando.

- ¿JM?

El cerró los ojos y no la miró cuando los volvió a abrir.

- Vámonos nalla, te llevo a casa.

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