sábado, 29 de marzo de 2014

Trusting Lover - Capítulo 28

Lohrena respondió al beso ansiosa, agarrando su cuello para que no se pudiera separar de ella, cosa que era perfecta puesto que no tenía intención de soltarla. Jamás. Su olor de vinculación se intensifico y se dio cuenta de que necesitaba estar dentro de ella. Necesitaba hacer que el olor estuviera dentro de ella, en su cuerpo, en su pelo.... para que a nadie le quedara ninguna duda de quién era su Hellren. Los silbidos y gritos de los hermanos fueron lo que hicieron que se separara de ella. Inhaló. Su Shellan estaba excitada, y esta vez no había rechazo. No se había atrevido a tocarla aun, a pesar de lo que había dicho Havers. Pero hoy sería diferente. Era hora de seguir las órdenes del doctor.

Cogió a Lohrena en brazos y fue hacia las escaleras, subiendo de dos en dos. Se detuvo por la mitad, mirando a Lohrena.

- Si quieres, podemos quedarnos a celebrar, tahlly.  Podemos hacer...-el amor-... lo que sea, más tarde.

Lohrena acaricio su mejilla con su mano libre y negó con la cabeza.

- Hazme tuya.

El susurro le lleno de energía e hizo que su polla endureciera hasta un punto doloroso. Muy doloroso. No pudo contener el ronroneo que le salió, al pensar en lo que estaba a punto de pasar. Necesitaba estar dentro de ella ya. La idea de soltarla y hacérselo aquí en el pasillo entre las estatuas de Darius era tentadora, pero cualquiera los podría pillar y le tendría que arrancar la cabeza a quien fuera. Antes de Lohrena, le importaba una mierda quien lo viera. ¿Ahora? Necesitaba esa intimidad. Saber que estaban ellos dos solos, sin nadie más. Entró en su habitación y encendió las velas con su mente a la vez que soltaba a Lohrena con cuidado.

*-*-*-*-*-*-*

Lohrena apretó la caja contra su pecho. Estaba nerviosa, aunque no tenía porque. Se separó de Rhage para buscar un sitio donde guardar la caja. Era importante para ella, así que no lo quería dejar simplemente en cualquier cajón.

- Los demás lo suelen guardar en la caja fuerte. O eso me han dicho.

Lohrena lo miró. En la caja fuerte, entre armas y dagas, pero protegido y rodeado de todo lo que era suyo y entre las armas que protegían a la raza. Era mejor que guardarlo entre braguitas y calcetines. Asintió y fue con el hacia el armario para guardarlo. De vuelta en la habitación, se froto las manos. Rhage era magnifico. Cerró las puertas del armario y todos los músculos de su espalda se movieron. Se fijó bien en su espalda. Las heridas de su nombre en el lenguaje antiguo aún estaban coloradas, pero lo que más le llamo la atención, fue el tatuaje del dragón. Creía recordar que cubría su espalda entera, hasta arriba. Sin embargo, ahora estaba justo por debajo de las marcas de su nombre. No tenía sentido.
Rhage se dio la vuelta hacia ella y la luz de las velas jugaba con su piel dorada, marcando las sombras de los valles y surcos de su pecho. Recordó como había pasado su lengua por cada uno de ellos hacia unos meses, y estaba deseando volver a hacerlo. Rhage se quitó el pantalón ceremonial, quedando desnudo ante ella. Estaba duro. Muy duro. Lohrena se dio la vuelta dándole la espalda pero mirándolo por encima de su hombro.

- ¿Me quitas el vestido?


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