viernes, 7 de marzo de 2014

Lover Sacrificed - Capítulo 54

             
Nalla estaba nerviosa mientras caminaba de un lado a otro dentro de su apartamento.
Algo estaba pasando, algo grande, lo podía sentir con cada fibra de su ser.
La ceremonia debería haber terminado hace mucho tiempo y, sin embargo su mahmen aún no le había enviado un texto para hacerle saber que había terminado y estaba todo hecho.
Miró su móvil otra vez porque realmente, ¿qué otra cosa podía hacer?
Aún no había ningún SMS.
Sabía que estaba poniendo nerviosa a su doggen con tanto paseo arriba y abajo y el morderse las uñas, pero no podía evitarlo. ¡Necesitaba saber qué demonios estaba pasando!
No que eso cambiaría nada.
Nop. A esta hora D ya tendría una shellan - tendría su nombre grabado en la espalda. Y estarían a punto de pasar el día entero en una de esas cabañas haciéndolo como conejos. Solo porque era su noche de emparejamiento y necesitaban practicar para cuando le llegara su necesidad.
Nalla gimió frustrada.
Como si Darius necesitara práctica con eso. Era totalmente increíble, sabía exactamente lo que estaba haciendo...
Y acabaría dándole una cría a su shellan también.
Queridísima Virgen en el Fade, su cría  tendría un hermanito o hermanita en unos años y nunca llegaría a conocerlo a él o a ella.
¿Cómo de jodido era eso?
Y puesto que ella nunca jamás estaría con ningún otro macho... su pequeña orugita estaría sola, sin hermanos que cuidarían de ella, o a los que cuidar.
El timbre de la puerta la sobresaltó, su corazón martilleando pum-pum-pum en su pecho. Por un breve instante sintió esperanza, hasta que se dio cuenta de que no había ninguna manera de que pudiera ser su D. Katya suavemente le recordó quien era.
- Es sólo Blaxton, Nalla. Ha llegado la hora de alimentarte de nuevo.
Suspiró. Se había olvidado por completo de ello.
Blaxton eran un gran macho, bastante atractivo y muy dulce con ella en cuanto a su estado. El pobre macho hasta se había ofrecido a emparejarse a ella, a pesar de que  sabía que ella amaba a otro.
Sí, todo un macho de valía.
Y aunque no podía evitar sentirse tentada, después de todo, su bebé necesitaba un padre, no se atrevía a aceptar.
- Hola preciosa.
- Hola Blax.
Ella lo miró y trató de verlo como el hombre que era.
Pelo rubio espeso.
Ojos verdes brillantes.
Labios gruesos.
Cuerpo grande y musculoso... no tan grande como Darius o alguno de los hermanos, pero casi. Y estaba muy bien eh… proporcionado, si el bulto en sus pantalones vaqueros era un indicativo.
Ehm, vaya.
Pero mientras ella lo podía apreciar porque, bueno joder, estaba buenísimo,  simplemente no sentía nada por él más allá de una amistad verdadera.
Y vaya si no era una lástima.

* - * - * - *

Darius no dudó cuando penetro el cuello de Penehlope con sus colmillos extendidos y empezó a beber. Cerró los ojos y contuvo sus arcadas mientras bebía y bebía, más de lo que había bebido de ella nunca antes.
Lo único en lo que podía pensar era que en cuanto terminara con esto, podría ir a buscar a su Nalla. Ella finalmente, después de todos estos años, seria suya.
¡Realmente seria suya! Joder, se iba a pegar a su a su lado como pegamento, sin dejar que saliera de su vista. Pero primero tenía que terminar esto.
Penehlope había pateado y golpeado al principio, pero estaba perdiendo rápidamente su fuerza. Darius podía, literalmente, sentir como la vida salía de ella. Su corazón latía cada vez con más lentitud mientras él seguía tragándose la sangre que se suponía iba a curarlo. Parecía estar bebiendo durante una eternidad, él estaba más que lleno, pero tenía que terminar esto. Hasta la última gota le había dicho la Virgen Escriba y él haría exactamente eso.
Cuando Penehlope había dicho esas últimas palabras algo dentro de él se rompió. No sabía el que, simplemente supo que tenía que actuar.
Sabía que era un ser horrible y si él no la vaciaba para dejarla seca, la Virgen Escriba la mataría de todos modos. Después de todo, su falta de respeto hacia la Virgen Escriba, la Hermandad e incluso sus propios padres, aseguraban que de ninguna manera ella saldría de esto con vida. Bien podría aprovechar la situación si eso significaba que podía ser curado.
Al menos si él le quitaba la vida bebiendo toda su sangre, tendría todo un futuro por delante con su Nalla, en lugar de sólo unos pocos años.
Finalmente el corazón de la hembra se detuvo por completo mientras Darius chupaba las últimas gotas de su cuerpo ahora sin vida. Tragó saliva y se lamio los labios para asegurarse de que no se le escapaba ni una gota y soltó su cadáver en el suelo tan delicadamente como pudo.
No se atrevía a levantar la mirada. Una parte de el se sentía avergonzado de lo que había hecho, a pesar de que era más que merecido. Él había sido criado con la idea de que las mujeres debían ser cuidadas. Protegidas. Atesoradas. Y ahora había tomado la vida de una.
Eso nunca sentaría bien con él. Sin importar las razones del porqué.
- Eres verdaderamente un macho de valía Darius.
- Gracias Virgen Escriba. Por todo.
- Mírame hijo.
Rápidamente obedeció y su sonrisa era radiante. Whoa.
- Has tomado la decisión correcta. No te lamentes por ello. Y a pesar de que estoy segura de que tus médicos comprobaran esto más de una vez, te aseguro desde ya que estas completamente curado. No queda ni rastro del virus en tu sistema.
Se quedó sin aliento, tragándose la necesidad de derramar una lágrima o dos.
¡Era libre!
- Ahora vas a ir en busca de tu hembra y me la traerás, en unos días. Me gustaría verte emparejado a tu verdadero amor en los próximos días.
Desapareció sin más, llevándose a su hija fantasma que había estado jugando con los más pequeños, ajenos a la masacre que les rodeaba, con ella. Los cuerpos de Penehlope, Feron y Philesa también desaparecieron.
No se escuchaba ni un sonido.
Como si todo el mundo estuviera conteniendo el aliento, esperando... algo.
Eso fue hasta que Beth se lanzó a sus brazos para abrazarlo.

La Hermandad se volvió completamente loca, celebrando este giro inesperado.

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