lunes, 24 de marzo de 2014

Lover Sacrificed - Capítulo 59



Darius comenzó a moverse con una lentitud insoportable. Tan despacio, que era una tortura.
Sus embestidas eran superficiales, su polla entrando y saliendo de sus pliegues empapados centímetro a centímetro.
Y había muchos centímetros.
- Darius por favor... Más fuerte. Más rápido. ¡Más adentro!
- No quiero hacerte daño.
Habló entre dientes y los ojos firmemente cerrados.
- Mírame.
Él obedeció al instante, sus grandes ojos verdes llegándole al alma. Había tanto amor en esa mirada.
Movió las manos de su culo a los costados, por sus fuertes brazos tatuados, hasta el cuello y las apoyó en sus mejillas, acariciando con sus pulgares.
- Nallum, no me harás daño. No podrías, aunque lo intentaras. Ahora, por favor... por favor, hazme el amor. Vincúlate conmigo. Y hazme tuya, completamente. Por favor nallum.
Tomó posesión de sus labios suavemente, poco a poco mientras se aferraba a sus hombros.
Uno de sus colmillos atravesó su labio inferior y ella pudo saborear su propia sangre, lo que significaba que él podía saborearlo también.
Darius se tensó encima de ella y soltó sus labios solo lo suficiente para mirarla a los ojos. Su polla todavía palpitaba dentro de ella y ella miro hipnotizada como el lamio la sangre de sus labios, tomando esa pequeña gota de sangre en su interior.
Su mirada era ardiente mientras gruñía.
- Tu. Eres. Mia.
Antes de que pudiera asentir o estar de acuerdo con él de alguna manera, él capturó sus labios de nuevo, esta vez con una intensidad que no había esperado.
Metió la lengua dentro de su boca al mismo tiempo que empezó a mover sus caderas. Comenzó con lentitud pero aumentó gradualmente el ritmo.
Su olor de vinculación salió de él en oleadas y ella se estaba intoxicando con el olor mientras se acercaba cada vez más al orgasmo.
A ella siempre le había encantado el olor de vinculación de los machos de la mansión, pero el olor que salía de Darius la volvía positivamente loca de lujuria. Sabiendo que ella era la causa de esas que hormonas salieran, y sabiendo que pronto ella misma iba a oler como esas especies oscuras, era suficiente para volverla loca de deseo.
Cuando los embistes se hicieron demasiado rápidos para que Darius pudiera mantener sus labios pegados a los de ella, se limitó a mirarla a los ojos.
- Te quiero Nalla.
Con esas palabras, ella se hizo añicos.
La oscuridad nubló su visión y echó la cabeza hacia atrás, arqueó la espalda y dejó escapar un gemido largo y satisfecho.
Antes de que pudiera recuperarse completamente, ya estaba bombeando dentro de ella otra vez, aumentando el placer, haciendo que ella se corriera una y otra vez, y por fin compartiendo su clímax con ella.
Él estaba realmente aquí.
Él estaba haciéndole el amor.
Él se había vinculado a ella.
- No llores mi amor.
Ni siquiera se había dado cuenta de que él había ralentizado sus movimientos hasta detenerse y le secaba las lágrimas con sus labios.
- Ahora estamos juntos. Jamás voy a dejarte marchar. Jamás. Eres mía.
- Tuya.
Ella asintió cuando él la besó de nuevo.
Sonrió, aún no se atrevía a creer que realmente podrían estar juntos.
- ¿Qué... Qué pasó? ¿Cómo es esto posible? , ¿Cómo es que estas aquí?

- * - * - * - *

Darius cerró los ojos al recordar todo lo que había sucedido hacia tan sólo un par de horas.
- Nada de lo que tienes que preocuparte. Ya está hecho. Se ha acabado. Ahora te voy a hacer el amor otra vez, mi amor, no he terminado contigo. Te necesito.
Se dio la vuelta con ella en sus brazos, por lo que ella estaba encima.
Sus párpados se cerraron y él la miro con asombro. Maldita sea pero que preciosa era. Le quitaba el aliento.
Y entonces comenzó a moverse.
Lentamente al principio.
Al igual que él había hecho con ella.
Su mirada bajo por su cuerpo quedo fija donde sus cuerpos estaban conectados, observando con fascinación como su polla desaparecía dentro de ella.
Ellos estaban conectados. No sólo físicamente, sino mentalmente. Espiritualmente. Estaban destinados a estar juntos. Ellos simplemente estaban hechos para estar juntos.
- ¿Estás conmigo nallum?
Lo miraba divertida.
- Ah, sí claro. Siempre.
- Dime lo que estás pensando.
Él gimió. Ella todavía se movía encima de él, haciendo cualquier pensamiento racional casi imposible.
- En ti. En cuánto te amo. En lo jodidamente sexy que eres. En que no puedo esperar a tener nuestra ceremonia de emparejamiento y poder llamarte mi shellan. Tener tu nombre en mi espalda... Joder.
Su sonrisa iluminó la habitación.
Después de todo por lo que habían pasado, , después de todos los sacrificios que habían tenido que hacer, finalmente habían terminado aquí. Juntos.
Nalla se inclinó hacia delante, presionando sus pechos desnudos contra su pecho.
- Lo estoy deseando.
Ella le dio un beso rápido.
- Ahora, deja de hablar. Y dejar de pensar. Sólo siente. Siénteme a mí.
Apretó sus paredes vaginales y gimió.
Joder si, la podía sentir a la perfección.
Él se estremeció en su interior, sonriendo mientras jadeaba.
Empujándose a sí misma en su pecho, Nalla comenzó a mover sus caderas. Arriba y abajo, adelante y atrás.
Aumentó el ritmo y sus embestidas se hicieron más urgentes.
Ah, sí.
Él podía ayudarla con eso.
Darius puso las manos en sus caderas y empujó hacia arriba. Movió la mano para que pudiera llegar a su clítoris con el pulgar. Froto exactamente como a ella le gustaba, deseoso de ver su reacción. Ella echó la cabeza hacia atrás por el placer y gimió su nombre una y otra vez.
- Córrete para mí, mi amor.
Así lo hizo, al instante.
Él se corrió con ella, perdiéndose en el momento, sin poder esperar más.
Sus colmillos palpitaban, clavándose en sus labios, y los de ella hacían lo mismo.
Él le habría dicho que se alimentara de él, excepto que ella ya se había alimentado esta noche.
- Mia.

Él gruñó la palabra, sabiendo que se estaba repitiendo, mientras la hacía correrse una y otra vez, llenándola con su propio clímax, hasta que ella se derrumbó encima de su pecho completamente saciada y agotada.

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