Darius comenzó a moverse con una lentitud
insoportable. Tan despacio, que era una tortura.
Sus embestidas eran superficiales, su polla entrando
y saliendo de sus pliegues empapados centímetro a centímetro.
Y había muchos centímetros.
- Darius por favor... Más fuerte. Más rápido. ¡Más
adentro!
- No quiero hacerte daño.
Habló entre dientes y los ojos firmemente cerrados.
- Mírame.
Él obedeció al instante, sus grandes ojos verdes llegándole
al alma. Había tanto amor en esa mirada.
Movió las manos de su culo a los costados, por sus
fuertes brazos tatuados, hasta el cuello y las apoyó en sus mejillas,
acariciando con sus pulgares.
- Nallum, no me harás daño. No podrías, aunque lo
intentaras. Ahora, por favor... por favor, hazme el amor. Vincúlate conmigo. Y
hazme tuya, completamente. Por favor nallum.
Tomó posesión de sus labios suavemente, poco a poco
mientras se aferraba a sus hombros.
Uno de sus colmillos atravesó su labio inferior y
ella pudo saborear su propia sangre, lo que significaba que él podía saborearlo
también.
Darius se tensó encima de ella y soltó sus labios solo
lo suficiente para mirarla a los ojos. Su polla todavía palpitaba dentro de
ella y ella miro hipnotizada como el lamio la sangre de sus labios, tomando esa
pequeña gota de sangre en su interior.
Su mirada era ardiente mientras gruñía.
- Tu. Eres. Mia.
Antes de que pudiera asentir o estar de acuerdo con
él de alguna manera, él capturó sus labios de nuevo, esta vez con una
intensidad que no había esperado.
Metió la lengua dentro de su boca al mismo tiempo
que empezó a mover sus caderas. Comenzó con lentitud pero aumentó gradualmente
el ritmo.
Su olor de vinculación salió de él en oleadas y ella
se estaba intoxicando con el olor mientras se acercaba cada vez más al orgasmo.
A ella siempre le había encantado el olor de
vinculación de los machos de la mansión, pero el olor que salía de Darius la
volvía positivamente loca de lujuria. Sabiendo que ella era la causa de esas que
hormonas salieran, y sabiendo que pronto ella misma iba a oler como esas
especies oscuras, era suficiente para volverla loca de deseo.
Cuando los embistes se hicieron demasiado rápidos
para que Darius pudiera mantener sus labios pegados a los de ella, se limitó a
mirarla a los ojos.
- Te quiero Nalla.
Con esas palabras, ella se hizo añicos.
La oscuridad nubló su visión y echó la cabeza hacia
atrás, arqueó la espalda y dejó escapar un gemido largo y satisfecho.
Antes de que pudiera recuperarse completamente, ya
estaba bombeando dentro de ella otra vez, aumentando el placer, haciendo que
ella se corriera una y otra vez, y por fin compartiendo su clímax con ella.
Él estaba realmente aquí.
Él estaba haciéndole el amor.
Él se había vinculado a ella.
- No llores mi amor.
Ni siquiera se había dado cuenta de que él había ralentizado
sus movimientos hasta detenerse y le secaba las lágrimas con sus labios.
- Ahora estamos juntos. Jamás voy a dejarte marchar.
Jamás. Eres mía.
- Tuya.
Ella asintió cuando él la besó de nuevo.
Sonrió, aún no se atrevía a creer que realmente
podrían estar juntos.
- ¿Qué... Qué pasó? ¿Cómo es esto posible? , ¿Cómo es
que estas aquí?
- * - * - * - *
Darius cerró los ojos al recordar todo lo que había
sucedido hacia tan sólo un par de horas.
- Nada de lo que tienes que preocuparte. Ya está
hecho. Se ha acabado. Ahora te voy a hacer el amor otra vez, mi amor, no he
terminado contigo. Te necesito.
Se dio la vuelta con ella en sus brazos, por lo que
ella estaba encima.
Sus párpados se cerraron y él la miro con asombro.
Maldita sea pero que preciosa era. Le quitaba el aliento.
Y entonces comenzó a moverse.
Lentamente al principio.
Al igual que él había hecho con ella.
Su mirada bajo por su cuerpo quedo fija donde sus
cuerpos estaban conectados, observando con fascinación como su polla desaparecía
dentro de ella.
Ellos estaban conectados. No sólo físicamente, sino
mentalmente. Espiritualmente. Estaban destinados a estar juntos. Ellos
simplemente estaban hechos para estar juntos.
- ¿Estás conmigo nallum?
Lo miraba divertida.
- Ah, sí claro. Siempre.
- Dime lo que estás pensando.
Él gimió. Ella todavía se movía encima de él,
haciendo cualquier pensamiento racional casi imposible.
- En ti. En cuánto te amo. En lo jodidamente sexy
que eres. En que no puedo esperar a tener nuestra ceremonia de emparejamiento y
poder llamarte mi shellan. Tener tu
nombre en mi espalda... Joder.
Su sonrisa iluminó la habitación.
Después de todo por lo que habían pasado, , después
de todos los sacrificios que habían tenido que hacer, finalmente habían
terminado aquí. Juntos.
Nalla se inclinó hacia delante, presionando sus pechos
desnudos contra su pecho.
- Lo estoy deseando.
Ella le dio un beso rápido.
- Ahora, deja de hablar. Y dejar de pensar. Sólo
siente. Siénteme a mí.
Apretó sus paredes vaginales y gimió.
Joder si, la podía sentir a la perfección.
Él se estremeció en su interior, sonriendo mientras
jadeaba.
Empujándose a sí misma en su pecho, Nalla comenzó a
mover sus caderas. Arriba y abajo, adelante y atrás.
Aumentó el ritmo y sus embestidas se hicieron más
urgentes.
Ah, sí.
Él podía ayudarla con eso.
Darius puso las manos en sus caderas y empujó hacia
arriba. Movió la mano para que pudiera llegar a su clítoris con el pulgar. Froto
exactamente como a ella le gustaba, deseoso de ver su reacción. Ella echó la
cabeza hacia atrás por el placer y gimió su nombre una y otra vez.
- Córrete para mí, mi amor.
Así lo hizo, al instante.
Él se corrió con ella, perdiéndose en el momento,
sin poder esperar más.
Sus colmillos palpitaban, clavándose en sus labios,
y los de ella hacían lo mismo.
Él le habría dicho que se alimentara de él, excepto
que ella ya se había alimentado esta noche.
- Mia.
Él gruñó la palabra, sabiendo que se estaba
repitiendo, mientras la hacía correrse una y otra vez, llenándola con su propio
clímax, hasta que ella se derrumbó encima de su pecho completamente saciada y
agotada.
*-*
ResponderEliminarAh, me encanta!!!! Por fin....
ResponderEliminarAsi que, cuando tendremos un nuevo capitulo??? Lo juro, nos estas matando...
ResponderEliminar