Qhuinn se había quedado
en blanco. Él iba a ser… y Blay seria su… No tenía sentido. Era lo mejor que le podía pasar. El y Blay tendrían
que estar las 24 horas del día juntos. Para siempre. Sonrió. Era perfecto.
Ahora podía dedicarse a conquistar a Blay. A seducirlo. A hacer que creyera en
él y en sus sentimientos y asegurarle de que lo que sentía era real y que
estaba más que preparado para hacer de lo suyo algo permanente.
- Gracias Wrath.
El rey asintió,
- No la cagues Qhuinn.
Os he dado esta oportunidad a ti y a Blay porque he visto que por fin has
aceptado tus sentimientos hacia él y los dos os merecéis ser felices. Pero como
le hagas daño haciendo de las tuyas…
- No lo haré.
- Eso espero hijo. Eso
espero.
Al día siguiente, Blay
seguía dándole vueltas a la noticia. Después de haber recibido la visita de
todos los hermanos, Qhuinn había entrado en su habitación con una sonrisa de
satisfacción en la cara. El hijo de puta seguro que se alegraba de que Blay
tuviera que cubrirle las espaldas para el resto de su vida. Había intentado
ignorarle, pero con Qhuinn, eso era algo imposible.
- Bueno, supongo que
Wrath te ha dado la buena noticia.
- Sip.
- Va a ser genial tío.
Los dos juntos como en los viejos tiempos. Solos tú y yo.
- Cállate Qhuinn.
- ¿No te gusta la idea?
Vamos a estar unidos para siempre.
- No me lo recuerdes.
- ¿Qué te pasa Blay
tío? ¿No te gusta la idea de pasar tanto tiempo conmigo?
- Pues no.
- Hace poco no pensabas
lo mismo.
- He cambiado de
opinión.- Mentiroso.
Blay no respondió a
eso. ¿Para qué?
- ¿Y si te dijera que
el que ha cambiado de opinión soy yo?
La voz de Qhuinn había
cambiado, se había suavizado y estaba más serio. Blay puso los ojos en blanco.
- Pfff ya claro. ¿Y eso
cuanto tiempo te va a durar? Espera, ya te lo digo yo. Hasta que estemos en
presencia de alguien. O hasta que vayamos al ZeroSum y te busques alguna rubia
a la que tirarte. O una morena, o castaña. O calva, ya que estamos.
- Ya no Blay. Te digo
que he cambiado.
- Claro claro. Eso ya
lo veremos.
Qhuinn le guiñó un ojo
y lo miró, lleno de confianza.
- Pues sí, ya lo
veremos.
Blay sacudió la cabeza.
No podía confiar en Qhuinn. Había sido su mejor amigo y lo conocía mejor que
nadie. La conversación del día anterior, le hacía dudar, pero no se podía
permitir eso. Tenía que seguir adelante y olvidarse de Qhuinn. Le estaba
empezando a doler la cabeza, aparte de todo el lio con Qhuinn llevaba unos días
con la sensación de que se le estaba olvidando algo, y no lograba dar con que
podría ser. Había hablado con Havers que decía que eso era una sensación normal
después de salir de un coma, pero él pensaba que había algo más. Que realmente
se olvidaba de algo.
Qhuinn entró en la
habitación algún tiempo después, dándole una bolsa con ropa.
- Vamos Blay. Es hora
de volver a casa.
- Blay tío. Que te han
dado el alta. Vámonos.
- Uhmmm… ¿podrías irte? Ehm,
¿dejarme solo?
- No es la primera vez
que te veo en pelotas Blay. Hemos luchado y entrenado juntos demasiadas veces.
¿A estas alturas te va a dar vergüenza?
Blay se sonrojó, pero
no dijo nada. Qhuinn sonrió.
- Además… se supone que no me
puedo separar de tu lado.
Blay lo miró extrañado.
- Te confundes. Es al
revés.
- Bueno sí. También.
- ¿Como que también? Si
yo soy tu Ahstrux Nohtrum, soy yo el que no me puedo mover de tu lado.
Qhuinn miró a su amigo.
Era obvio que no sabía nada sobre la asignación que Wrath le había dado a él
también. No sabía si decírselo, aunque suponía que tarde o temprano… Una llamada en su
móvil interrumpió sus pensamientos. No le diría nada. Por el momento…
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