lunes, 22 de julio de 2013

Lover Reconciled - Capítulo 3


Blay se levantó. Nueve antis lo rodeaban sonrientes. El sonrío también. Este era el tipo de lucha que andaba buscando. En alguna parte de su mente, la idea de pedir refuerzos, apareció. Pero de nuevo la idea de soltar la rabia y furia que sentía dentro, era demasiado tentadora.

-Acordaros chicos. Lo necesitamos vivo.

Con ese recordatorio del anti jefe, comenzó la lucha. En vez de sacar las armas, Blay tenía las dagas en las manos, para poder defenderse de los primeros ataques. Pero pronto se dio cuenta de que eran demasiados. Como pudo saco el móvil de su bolsillo, para llamar a los demás, pero un anti le dio una patada, haciendo que el móvil saliera volando. No podía concentrarse lo suficiente para desmaterializarse y los ataques eran tan seguidos que no tuvo oportunidad de sacar su arma. En el momento en el que sintió como se le clavaba una daga entre las costillas, supo que estaba jodido.


No tenían respuesta para la pregunta que Qhuinn había hecho. No sabían que aconsejarle. Y a Qhuinn ya se le estaba nublando la mente. Y la vista. Había bebido demasiado. Y aun así la maldita imagen de Blay no salía de su mente. Se acordaba de como sentían sus labios en los suyos. De cómo su polla dura había rozado la de él mientras se besaban. Joder. Con solo recordarlo se podía duro. Pero ya estaba acostumbrado. Últimamente solo se ponía duro cuando pensaba en Blay, o lo veía. Río sin humor. Eso quería decir que le esperaba un futuro célibe. Célibe y muy aburrido.

- Anda vámonos Qhuinn, tienes que descansar.

Pensó en negarse, pero se lo pensó mejor. Iría a ver a Blay. Tenían que hablar.

 
La sangre salía a borbotones de  las múltiples heridas que le habían hecho los antis, pero aun así, no dejaba de luchar. Solo quedaban dos antis, pero le quedaban muy pocas fuerzas. Sabía que tenía que desmaterializarse ya, pero estaba demasiado débil. Con mucho esfuerzo consiguió sacar una de las armas, disparando a los dos antis de inmediato. Cayó de rodillas pero sabía que no podía quedarse aquí. Si los antis habían pedido refuerzos... estaba jodido. Como pudo, se levantó, sintiéndose muy débil. Tenía que esconderse, al menos hasta que pudiera desmaterializarse. Comenzó a andar y pensó en Qhuinn. Esperaba que este pudiera sentirlo, ya que había bebido su sangre. No tenía fuerzas para buscar un teléfono. No tenía fuerzas para nada. Igual era mejor que esto terminara aquí y ahora. Si sobrevivía y volvía, solo le esperaba más dolor. Más sufrimiento ¡No! Blay se prometió a si mismo que si salía de esta, cosa que parecía dudable, que se esforzaría por ser feliz. Qhuinn había dejado claro que no quería formar parte de su vida. Pues bien, Blay haría todo lo posible por encontrar a alguien que si lo quisiera hacer. Entró en un edificio abandonado que le parecía lo suficientemente alejado de donde había tenido lugar la lucha. Subió unas escaleras, buscando un lugar más escondido, y sin darle tiempo a más, se desplomó, inconsciente.


Vishous y Butch le ayudaron a entrar en la mansión ya que el apenas se mantenía en pie solo.

- Venga chico. Vamos a tu habitación.
- No. Blay.
- Qhuinn...
- Blay... tengo...hablar.
- Tu mismo.

Le ayudaron a subir las escaleras y cuando llegaron a la puerta de Blay, Qhuinn pidió que lo dejaran solo. No necesitaba testigos para esta humillación. Con los nudillos, llamo suavemente a la puerta. Blay debía estar dormido y no quería despertarlo bruscamente.

- ¡Blay!
 
Estaba susurrando. O eso esperaba. Pero nada. Llamó más fuerte. Nada. Con cuidado abrió la puerta y entró, tropezándose sobre sus propias piernas. Cuando vio la cama hecha, se enderezo. Qué raro. ¿Dónde podía estar a esta hora? ¡El gimnasio! Sintiéndose un poco más sobrio, bajo al gimnasio. Pero estaba vacío. Lentamente y con mil alarmas sonándole en la cabeza, comenzó a recorrer los demás lugares de la casa donde podría estar. No lo encontró. Sacó su móvil y llamó a Blay. El móvil al que llama está apagado o fuera de cobertura en este momento ¡Mierda! Los efectos del alcohol se estaban evaporando más rápido que nunca. Volvió a la habitación de Blay y abrió el armario, temiendo lo peor. Sus sospechas quedaron confirmadas. Blay había salido a luchar. Solo.

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