Una semana después:
Blay estaba sudado y
cansado pero aun así, le seguida dando al saco de arena con todas sus fuerzas.
Llevaba horas en el gimnasio, pero seguía igual que frustrado que antes.
- Maldito gilipollas.
Imbécil. Capullo.
Cada golpe que daba era
un nuevo insulto, cosa que era rara en él. Sin embargo, había llegado a su
límite, y puesto que llevaba una semana sin luchar, sin matar a un solo anti,
este era el único desahogo que tenía. A diferencia de Qhuinn que gastaba su
energía todas las noches en el ZeroSum.
- Idiota. Cabron. Hijo
de...
- Vaya. Cualquiera
diría que estas imaginando mi cara en ese saco.
Blay se tensó durante
un momento antes de seguir golpeando.
- Vete a la mierda
Qhuinn.
Intentó ignorarlo pero
mientras seguía dando golpes vio su reflejo en el espejo que rodeaba el
gimnasio. Estaba apoyado en el marco de la puerta. Y...joder. Estaba buenísimo.
Camisa negra ajustada, pantalones de cuero y las botas shitkickers que llevaban
todos los Hermanos. Y esos ojos... uno azul, el otro verde que le llegaban al
alma y parecían ver en lo más profundo de su interior.
- ¿Vienes al ZeroSum?
- Vete.
Golpe.
- A.
Golpe.
- La.
Golpe.
- ¡Mierda!
- Venga ya tío. Quiero
ir contigo, hace tiempo que no salimos juntos.
Blay temblaba por
dentro. Si tan solo fuera verdad... Qhuinn tenía que estar tomándole el pelo.
¿Y esto a que venía?
- Lárgate Qhuinn.
- Oh vamos Blay...
- ¡Joder!
Blay dio un último
golpe y detuvo el saco antes de darse la vuelta y dirigirse a Qhuinn. Se quitó
los guantes de boxeo y los tiró al suelo. Se paró justo delante de él, sudor
cubriéndole todo el cuerpo.
- O formas parte de mi
vida, o sales de ella. No soy un juguete que puedes utilizar a tu antojo.
Qhuinn permanecía
impasible, apoyado en la puerta.
- No te estoy usando
Blay. Solo quiero salir a divertirme con mi mejor amigo. ¿Qué hay de malo en
eso?
- Noticia de última
hora, gilipollas. Hace mucho que no somos mejores amigos.
Auch. Eso dolía. Aunque
Qhuinn reconocía que había algo de verdad en sus palabras, hizo lo posible por
no mostrar lo mucho que le dolían. Blay se dio la vuelta para coger una toalla
y le molesto, ya que se llevó su olor intenso con él. Sudor, colonia y especias
oscuras. Pero Qhuinn no pudo quitar la vista de su musculosa espalda y ese
trasero tan bien esculpido.
- Entonces, ¿eso es un
no?
Blay dejó caer los
hombros como derrotado.
- ¿Qué quieres de mi,
Qhuinn?
- Nada. Salir. Pasar un
buen rato.
Blay resoplo y puso los
ojos en blanco. Se dio la vuelta, acercándose de nuevo a él.
- Ya claro. Por qué ver
cómo te follas a cualquier cosa con piernas es un rato estupendo para mí...
- Blay...
Qhuinn se calló. ¿Qué
le vas a decir listo? ¿Qué hace más de dos meses que no te acuestas con nadie?
No te creería. Tú mismo te has asegurado de eso.
- No Qhuinn, nada de “Blay”. Esto se ha acabado.
Como te he dicho, estas dentro o fuera de mi vida. Tú decides.
Formar parte de la vida
de Blay... Era un sueño que no se podía permitir. Blay se merecía algo mejor y
él no se merecía a alguien como Blay. Quizás, si no hubiese nacido así,
defectuoso... Con estos ojos que tenía, era un bicho rato y no podía humillar a
Blay de esa manera, formando parte de su vida. Qué pensaría su familia, sus
amigos, los Hermanos... No podía hacerle eso a Blay. Y eso lo mataba por
dentro.
- Buena decisión.
Blay pasó por su lado,
y recibiendo un empujón, Qhuinn dejó que se marchara.
Blay no se había
calmado después de la sesión de entrenamiento. Ni por asomo. Y después de
hablar con Qhuinn, estaba aún peor. Se metió en la ducha y pensó en cosas que
podría hacer para desahogarse. Él no era como Qhuinn, no podía simplemente irse
a un bar y acostarse con el primero que veía. Pero si salía y por casualidad se
encontraba con algunos antis...Nadie se tenía que enterar. Salía, mataba
algunos antis y volvía. Se sentiría más tranquilo y podría soportar la tortura
de vivir aquí un tiempo más, al menos hasta que pudiera hablar con John y
Kihara, que le podrían aconsejar. Contento con su nuevo plan, se terminó de
duchar y se preparó para una larga noche. Dagas, pistolas, hasta estrellas
ninja, que podía tirar de lejos con absoluta precisión. Llevaba de todo. Más
tranquilo de lo que se había sentido en mucho tiempo, salió de su habitación.
Por suerte, los Hermanos iban a lo suyo esta semana y pudo salir sin ser visto.
Estaba impaciente por la lucha. Y Blay sabía exactamente a donde ir.
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