Phury la dejó marchar con todo el dolor de su
corazón. Pero desvió su furia hacia Z.
- ¡Eres imbécil! No te has podido aguantar ¿eh?.
Tenías que humillarla así, ¿delante de todos?
Le dio un empujón en el hombro y Z se lo devolvió
con creces.
Wrath se colocó entre los dos.
- ¡Suficiente! Arriba hay una hembra que está
sufriendo por vuestra culpa. Así que si os vais a liar a hostias, lo hacéis
fuera. Pero ya la habéis oído. Gane quien gane, ella os quiere a los dos. También
podéis aprender a compartir como buenos hermanos… Es una idea.
Los dos bufaron a la vez.
- Si claro, ¿y cómo hacemos eso?
Rhage soltó una carcajada, disipando algo de la
tensión que había en el ambiente.
- Estoy seguro que los chicos os pueden explicar cómo
se hace. O no os acordáis de sus días traviesos en los baños del Zerosum?
Levanto las cejas varias veces, y Qhuinn se subió a
su espalda atacándolo medio en broma, mientras que Blay y John se sonrojaron,
obviamente no queriendo recordar esos tiempos, ahora que estaban felizmente
emparejados.
Y Phury no era tonto, no lo había preguntado en el
aspecto físico, ya que eso era bastante obvio. ¿Pero cómo compartían a una
hembra que ambos deseaban?
¿Sería capaz de ver como ella pasaba tiempo con Z?
¿Sabiendo que lo besaba, que lo alimentaba, que se alimentaba de él, y que se
acostaba con él?
¿Para después hacer exactamente lo mismo con él?
Eran gemelos, así que tenía sentido que ambos
vincularan con la misma hembra, pero de ahí a compartirla…
¿Y qué pasaría si alguno pasaba por su necesidad? El
otro, ¿los miraría? ¿Se encargaría de asegurarse de traerles comida?
Joder. Vaya situación tan retorcida.
- A la mierda. Yo me voy.
- Z, está a punto de amanecer, ¿verdad?
- Me las apañaré.
Su hermano salió por la puerta y Phury se lo pensó
solo 5 segundos antes que seguirle.
- Z.
- Déjame en paz hermano.
- Z, tenemos que hablar, tarde o temprano.
Zsadist se giró hacia él, acercándose.
- De que quieres que hablemos. ¿De cómo te la
follaste aun sabiendo que yo me había acostado con ella? ¿O de cómo yo tengo que
alejarme para que ella pueda estar con un macho de valía?
- Z, tu eres…
- Cállate. No lo quiero oír.
Las persianas bajaron en toda la mansión, indicando
que solo quedaban minutos para el amanecer.
- Entremos, vamos a hablarlo.
- Entra tú.
- Zsadist, si crees que voy a dejarte aquí para que
te sacrifiques en un gesto magnánimo y estúpido, estas equivocado. Creo que
podemos hacerlo. Creo que podemos compartirla.
*-*-*-*
Zsadist no se podía creer lo que estaba diciendo su
hermano. Cerró los ojos porque el brillo del día le estaba empezando a hacer
daño en las retinas.
- ¿En serio crees eso?
- Sí.
- Vas a poder estar con ella sabiendo que me ha
comido la polla la noche anterior.
Puso los ojos en blanco, a veces su hermano tenía
una forma de hablar… La piel le empezaba
a picar de manera constante, y sabía que ambos estallarían en llamas si no
entraban pronto.
- Respóndeme.
- ¿Pero que estáis haciendo? ¡Entrad ahora mismo!
Nabilah estaba en la puerta, tapándose como podía
del sol.
Al verla así, y ante la orden que su hembra les
acababa de dar, Zsadist y Phury se movieron al unísono, entrando con rapidez en
la mansión.
Sus pieles estaban coloradas y doloridas, aunque
curarían en cuestión de minutos.
- ¿Os habéis vuelto locos? ¿Qué demonios creéis que
estabais haciendo?
Ninguno de los dos le respondía y algunos hermanos
ya estaban riendo por lo bajo.
- Phury, Zsadist. ¡Os he hecho una pregunta!
Joder. Cuando Nabilah sacaba esas garras… lo ponía a
mil. Y a Phury también, estaba seguro.
Phury se acercó a ella y sin mediar palabra, le puso
la mano en el cuello, la atrajo hacia él, y la besó.
Eso no debería de ponerlo más duro. De verdad que
no. Pero jo-der.
Su hermano no besaba. Reclamaba.
Nabilah respondía al beso con fervor, agarrándose a
sus muñecas para no caerse. Sabía que todos estaban viendo el espectáculo, y
tenía que dejar algo claro. Nabilah también era suya.
Phury terminó el beso y Nabilah lo miró a él, como
para adivinar su reacción. Se separó de Phury casi avergonzada y un rubor
adorable cubría sus mejillas.
Miro a su hermano desafiante, con una ceja levantada
transmitiéndole sin palabras lo que quería decir. Ahora me toca a mí.
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