Vishous y sus malditas visiones.
Se había asomado ya por 7 ventanas, y nada.
Y no era tarea fácil, ya que la única manera que
tenia de mirar por la ventana, era desmaterializarse 15 metros en el aire, y
agarrarse como podía para echar un vistazo dentro de los almacenes.
Estaba agotado. Pero no podía parar. Tenía que
seguir como fuera.
Con una piruleta en la boca, miró por 3 ventanas
más. Nada.
Miró por dos más. Nada y nada.
Suspiró desesperado. Tenían que encontrarla antes
del amanecer.
Se preparó para desmaterializarse en otra ventana
cuando un grito desgarrador hizo que se le helara la sangre en las venas.
¡Lohrena!
Corrió hacia donde había sonado el grito y se detuvo
al ver a 3 antis esperándole.
¡Joder!
¿Dónde estaban los demás hermanos?
No podía permitirse cambiar. Lohrena estaba justo en
ese almacén, tenía que estarlo.
Aun no la podía sentir, y por mucho que lo
intentara, no lograba desmaterializarse dentro. El almacén debía estar rodeado
de hierro. Necesitaba llegar a la ventana para partirla.
Un golpe fuerte en la espalda, hizo que cayera hacia
delante.
Santa mierda, otros 3 antis. ¡No tenía tiempo para
esto! Su shellan y su hijo lo necesitaban!
Soltó un rugido esperando que los hermanos lo oyeran
y vinieran hacia aquí.
Sacando sus glocks, disparó a dos antis,
incapacitándolos antes de que otro le diera una patada, haciendo que las
soltara.
Rugió de nuevo y atacó, daga en mano. El miedo por
Lohrena le dio la adrenalina necesaria para seguir luchando a pesar de su
agotamiento.
Recibió un fuerte golpe por encima del ojo,
abriéndole la piel y haciendo que la sangre le impidiera ver con claridad.
Enfurecido, cogió al anti y lo tiró por los aires.
El sonido de unos cristales partiéndose, seguido de
un intenso olor a sangre, lo hizo detenerse brevemente, recibiendo otro golpe
en el costado.
Sintió como cambiaba su respiración y si visión se
volvió borrosa, prueba de que estaban cambiando al color blanco que era de su
dragón.
- ¡Hollywood! Ya estamos aquí. Son como cucarachas,
hay antis por todo el polígono. ¿La has encontrado?
Señaló al almacén y dando gracias a la Virgen
Escriba, aprovecho el agujero en la ventana rota para desmaterializarse dentro.
El silencio sepulcral le dio escalofríos y tuvo que parpadear varias veces para
poder enfocar la vista.
Lo que vio lo hizo caer de rodillas.
Muhrder estaba vivo, tirado en el suelo con una
estaca clavada en el estómago y mirándolo con odio.
La doctora estaba sollozando en silencio, con un
cuerpo pequeñito en brazos.
A Rhage le costaba respirar, pero cuando vio el
cuerpo sin vida de Lohrena, tirado sobre un colchón sangriento, creyó morir.
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