Lover Divided - Capítulo 26

Nabilah estaba que echaba chispas. Estos machos eran idiotas. Imbéciles. Gilipollas. Cuando Kihara le había dicho lo del Rythe, no se lo pudo creer.

¿No acababan de pasar por lo mismo hacia poco?

Igual estaba siendo demasiado egoísta al pensar que se podría quedar con los dos. Pero es que los quería así.

Los dos eran perfectos para ella.

La ternura de Phury.

El salvajismo de Z.

Eran dos caras de una misma moneda. ¿Cómo no lo veían?

Y ahí estaban en la tumba, peleándose. Haciendo un Rythe. Por ella.

Como si fuese a quedarse con el ganador. Sería como desgarrar su corazón.

No podía vivir con solo uno de ellos, y menos ahora que había estado con ambos, y a la vez. Por ello, había tomado una decisión. Se marcharía. No iría a su casa, claro, porque la amenaza de Muhrder aún era real a pesar de que no sabía nada de él desde hacía meses, aunque igual los Hermanos le ocultaban información. Cosa que no le extrañaría.

Iría a un hotel, ya que no le daba tiempo de ir a su casa segura. Tomo prestado el Mercedes de Fritz y prometió dejarlo a buen recaudo.  El doggen se había molestado por no poder llevarla él mismo, pero le aseguró que con el GPS, sería capaz de encontrar el vehículo.

Y también a ella, algo que quería evitar, por lo que dejaría el coche a pie de montaña y se desmaterializaría donde fuera. Sabía que la encontrarían tarde o temprano, pero por ahora necesitaba separarse de ellos.

Ya les había dejado claro que no estaría con solo uno de ellos por lo que hacer un Rythe era absurdo.

No podía dejar de pensar en que hubiera pasado si no hubiese tenido que operar a Rhage. Los dos la habían mordido, a la vez. En el vestíbulo.

¿Se hubieran terminado peleando, o simplemente el hecho de no estar ella presente era lo que les había empujado  a cometer esta locura?

Llego al pie de la montaña y aparcó el coche, dejando las llaves dentro, ya que Fritz tenía las de repuesto. Respiro hondo para poder desmaterializarse pero algo la detuvo. Cuando vio el qué... Grito.

*-*-*

Zsadist y Phury siguieron dándose de hostias mucho después de que Nabilah se hubiese marchado. Había pasado más de la hora y no llegaban a ningún sitio. Eran físicamente iguales, y mentalmente se conocían mejor que nadie, por lo que anticipaban cada golpe haciendo que la pelea fuera una pérdida de tiempo.

Entre ellos no había manera de ganar o perder. Wrath se había marchado junto a John y poco después, Qhuinn y Blay también les habían dejado por imposibles. Así que aquí estaban, en la tumba, dándose más moratones de los que podían contar. Y con su hembra, odiándoles a los dos.

Era ridículamente absurdo y Phury soltó una carcajada. Zsadist lo miró extrañado, pero poco después, lo siguió.

Se miraron, se rieron un poco más  y se dieron un abrazo en plan, me-has-partido-la-cara-pero-aun-eres-mi-hermano.

Cuando se separaron, se sentaron en el escalón que daba al altar.

- ¿La quieres?

- Más que a mi vida. ¿Tu?

- Igual.

- ¿Que sugieres que hagamos al respecto, Z?

- Ni puta idea.

- Tú quieres estar con ella.

- Obvio.

- Y yo quiero estar con ella.

- Ya.

- Y ella quiere estar con los dos.

- Sip.

- Creo que la solución es bastante fácil, ¿no?

Zsadist miró a su hermano.

- ¿Y quién nos dice que no vamos a terminar aquí otra vez?

Phury sonrió un poco.

- Nuestra lewhlen.

Zsadist asintió, lamentando el movimiento ya que su cabeza dolía como si estuviera a punto de estallar.

Esto de pelearse era una mala idea. Y más después de una lucha contra un ejército de antis.

- Ven, vamos a buscarla.

Salieron de la tumba solo para ver el Mercedes de Fritz ir hacia ellos a toda pastilla.

Era Tohrment quien iba al volante, no el doggen.

- Montaos.

Obedecieron y Tohr les pasó un teléfono móvil.

- ¿Quién es?

- Hola hermano.

Muhrder.

- ¿Adivina quién ha reemplazado a mi Assasyn?